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Berlusconi critica los "intereses egoístas" de España y Polonia

El presidente de turno de la UE advierte de que no habrá revisión a la baja de la Constitución

En una cosa están de acuerdo Silvio Berlusconi y Romano Prodi: las propuestas de España y Polonia para tener más poder en el Consejo van a ser muy difíciles de lograr. El primer ministro italiano declaró ayer en Estrasburgo que comprendía las reclamaciones de "nuestros amigos españoles y polacos", pero les avisó de que no aceptará, como presidente de la UE, "compromisos a la baja que privilegien intereses egoístas nacionales" en la redacción final de la Constitución.

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El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, fue aún mucho más explícito: "Discrepo con la propuesta de algunos países de elevar el umbral de población al 66% porque rompe el equilibrio logrado por la Convención [sobre el futuro de Europa, presidida por Valéry Giscard d'Estaing] y posibilita más fácilmente las minorías de bloqueo". Prodi insistió en que hubiese sido más justo el sistema de doble mayoría simple (mayoría de países y 51% de población), pero acepta lo pactado por la Convención como hecho consumado.

España no ha hecho aún oficialmente una propuesta para aumentar del 60%, como estipuló la Convención, al 66% de población necesaria para respaldar una decisión en el Consejo, pero la sacará al final si ve perdidas definitivamente las esperanzas de mantener lo contemplado en el Tratado de Niza.

"Las próximas semanas nos dirán si es posible alcanzar un acuerdo durante el actual semestre de presidencia italiana, pero reafirmo que no avalaremos compromisos a la baja que privilegien intereses egoístas nacionales", manifestó Berlusconi en el pleno del Parlamento Europeo. Interrogado luego en rueda de prensa si las reclamaciones de españoles y polacos son un buen ejemplo de esos egoísmos, contestó: "Como presidente no puedo, evidentemente, contestar, pero usted mismo puede responder a esa pregunta".

La presidencia italiana tiene previsto celebrar un cónclave de ministros de Exteriores en Nápoles en la segunda quincena de noviembre para presentar una "propuesta global" a todas las reclamaciones y tras haber mantenido contactos bilaterales con los demás socios. Muchos parlamentarios califican este método como un intento de volver a las "malas prácticas del confesionario", utilizadas por la presidencia francesa en la Cumbre de Niza, en diciembre de 2000.

El primer ministro de Italia afirmó ayer que "haré mucho más que el máximo" para que en la Cumbre de Bruselas de mediados de diciembre los líderes de la UE concluyan la Conferencia Intergubernamental (CIG) y esté redactado el texto final de la futura Constitución. Sin embargo, admitió por primera vez la posibilidad de fracaso y de tener que prolongar las labores, lo cual imposibilitará que el texto esté listo antes de las elecciones europeas del próximo junio.

Los temas espinosos son pocos, pero nadie percibe que las divergencias se hayan suavizado en lo que respecta, por ejemplo, al reparto de votos en el Consejo o en la composición de la Comisión.En el Parlamento Europeo, Hans Pöttering, líder de los populares, afirmó que hay que "redoblar esfuerzos para lograr el equilibrio entre grandes y pequeños" y el jefe de los socialistas, Enrique Barón, manifestó su preocupación por "la letanía de repetición de posiciones" que se está produciendo.

Un buen resumen del actual panorama vino del eurodiputado popular español Iñigo Méndez de Vigo: "Percibo una sensación de frustración porque se ha perdido el espíritu de la Convención y temo que vayan a reabrirse todos los temas. La presidencia ha recibido ya más de 150 páginas de peticiones de modificación y lo peor es que ninguna va más allá del texto constitucional. Todas son peticiones a la baja".

Silvio Berlusconi escucha con traducción simultánea una intervención en el Parlamento Euopeo de Estrasburgo.
Silvio Berlusconi escucha con traducción simultánea una intervención en el Parlamento Euopeo de Estrasburgo.AP

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