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17 tuberculosos han sido hospitalizados forzosamente desde 1996 por ser un riesgo para la salud

Oriol Güell

Los jueces han autorizado en 17 ocasiones desde 1996 a la Consejería de Sanidad a hospitalizar de forma forzosa a enfermos de tuberculosis que se niegan a seguir los tratamientos médicos debido a que, con su actitud, estas personas constituyen un grave riesgo para la salud pública.

Esta medida, denominada hospitalización terapéutica obligatoria (HTO), está regulada por una ley orgánica porque afecta a derechos fundamentales de los ciudadanos. Las leyes españolas dan al paciente libertad para someterse o no a los tratamientos que les recetan los médicos, aun a riesgo de que su decisión perjudique a su salud. Sólo hay cuatro excepciones: cuando el paciente es menor de edad, cuando no está en plenitud de sus facultades psíquicas, cuando la gravedad de su estado no permite lograr su consentimiento (en un accidente de tráfico, por ejemplo) o cuando el enfermo constituye un peligro para los demás ciudadanos porque podría contagiarles una enfermedad grave.

La HTO nació en 1996, después de que "España sufriera en los dos años anteriores un brote de tuberculosis multirresistente que fue mortal para el 90% de los enfermos que la sufrieron", explica Francisco de Asís Babín, director general de Salud Pública de la Consejería de Sanidad.

La aparición de cepas de la tuberculosis resistentes a los fármacos preocupa a los responsables de la sanidad pública por tres razones: porque estas cepas cada vez son más mortales, porque suelen afectar a colectivos cuya salud ya presenta otros problemas (defensas afectadas por el sida, dependencia a las drogas, exclusión social...) y porque estos enfermos son más proclives a abandonar los tratamientos a la mitad, lo que favorece que la tuberculosis desarrolle aún más resistencias a los fármacos.

Dos el último año

Dos de 17 internamientos se han registrado en el último año. Sanidad ha elaborado un informe con los 15 casos anteriores (14 hombres y una mujer), del que se desprende que la media de edad de los ingresados forzosos es de 37,9 años. El más joven tenía 19 años, y el de más edad, 54. Todos ellos habían abandonado reiteradamente el tratamiento contra la tuberculosis en el pasado, uno de ellos hasta en nueve ocasiones. Ocho de los enfermos eran seropositivos, nueve toxicómanos y cinco alcohólicos. Todos ellos vivían en situación de "marginalidad social" y siete sufrían un tipo de la tuberculosis especialmente resistente a los fármacos.

El enfermo que menos tiempo estuvo ingresado permaneció en el centro sanitario durante dos semanas, mientras que un ingreso se prolongó un año y tres meses. Nueve de los 15 ingresos forzosos terminaron con la curación del enfermo. En un caso el paciente falleció; en dos ocasiones el enfermo fue trasladado a otra comunidad autónoma por razones personales o familiares y tres enfermos se fugaron del hospital.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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