Mala racha turística marroquí
Sol Meliá se repliega en este mercado pero Fadesa mantiene su apuesta
Tocado por los atentados del 11 de septiembre de 2001, el turismo en Marruecos ha sido nuevamente golpeado por las explosiones de mayo pasado en Casablanca, que se saldaron con 45 muertos. Pese a esta conyuntura, algunas empresas españolas siguen apostando por el vecino del sur, como Fadesa, mientras otras como Sol Meliá se repliegan hasta que lleguen tiempos mejores.
La moqueta está roída, los cajones no cierran y en la habitación del hotel de cuatro estrellas CMKD de Juribga, el mejor de esa ciudad al este de Casablanca, no hay ni siquiera un televisor. Las obras de acondicionamiento apenas han mejorado el establecimiento. Por eso la cadena española Sol Meliá acaba de romper el contrato de gestión que suscribió con CMKD para ése y otros tres hoteles más en Marruecos.
"No se trata de un cambio de estrategia", se explicó desde la sede de Sol Meliá, en Palma de Mallorca. Se anuncia incluso que la cadena mallorquina seguirá expandiéndose en Marruecos. El argumento sería más creíble si su proyecto de Paradisus Agadir, que debería disponer de un total de 500 habitaciones, no estuviese de hecho paralizado desde el año pasado.
La cautela del grupo hotelero español se explica por la mediocridad de la coyuntura. Hasta julio pasado el número de pasajeros transportados por la compañía aérea Royal Air Maroc (RAM) había caído un 8%, y los ingresos por turismo, un 4,3%, según el Ministerio de Finanzas de Rabat. Sólo alcanzaban los 1.396 millones de euros.
Los franceses siguieron siendo los visitantes más numerosos (460.000), seguidos por los españoles, pero la clientela alemana, la tercera de importancia, se redujo en un 30%.
La mala racha no ha alterado los planes del Gobierno marroquí para conseguir multiplicar por cuatro, de aquí al 2010, el número de turistas extranjeros. Para ese año deberían ser, si se cumplen las previsiones, unos diez millones los que visiten Marruecos.
Plan Azur
El Plan Azur, de potenciación del turismo, prevé la construcción de seis macro complejos en otros tantos lugares estratégicos y, generalmente, poco explotados de las costas marroquíes. Al grupo gallego Fadesa le fue adjudicado a finales de agosto uno de los dos proyectos más faraónicos -junto con el que desarrollan en Taghazut los saudíes de Dallah al Baraka-, en Saidia.
Aunque Fadesa llevaba tres años trabajando en Marruecos, donde construyó un pequeño hotel en el centro de Casablanca y varios centenares de viviendas en Agadir y Rabat, el proyecto que le toca acometer sorprende por su envergadura.
Situado junto a la frontera argelina, Saidia es hasta ahora una inmensa playa de 12 kilómetros de largo con tan sólo tres hoteles modestos y un puñado de pensiones. Las guías la describen como la "perla azul del Mediterráneo marroquí", porque a la belleza de su costa se añade un microclima muy suave en invierno.
Es allí donde Fadesa deberá gastarse en el próximo lustro 1.500 millones de euros -sobre una inversión total de 6.080 millones- para construir ocho hoteles, cuatro de ellos de cinco estrellas, con un total de 10.378 camas; 3.000 apartamentos y villas turísticas que se pondrán en venta o en alquiler; tres campos de golf de 18 hoyos; un centro de talasoterapia; 500.000 metros cuadrados de suelo para uso comercial; un palacio de congresos; un puerto deportivo y otras instalaciones.
En total, nada menos que 350.000 turistas deberían vacacionar anualmente en Mediterrania-Saidia, como se llamará el complejo. En el acuerdo cerrado entre Manuel Jové, presidente de Fadesa, y Driss Jettu, primer ministro marroquí, este último se compromete a dotar a Saidia de buenas infraestructuras de acceso.
Falta le harán esos accesos. Saidia está ahora a más de dos horas por carretera del diminuto aeropuerto de Nador -la ciudad pegada a Melilla- y a algo menos del aeródromo de Ujda. La línea aérea marroquí no vuela ni siquiera a diario a esas ciudades. Fez, cuyo aeropuerto sí tiene más tráfico, está a casi cinco horas por carretera. El éxito del macro complejo pasa por poder transportar allí a sus clientes con cierta comodidad.
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