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'Sintromizados'

400.000 pacientes toman anticoagulantes orales, cuyo uso crece a razón del 20% anual

Ahora son 400.000, pero la cifra está llamada a crecer exponencialmente, dadas las crecientes indicaciones del medicamento. Son los pacientes en tratamiento anticoagulante oral con acenocumarol, un fármaco conocido popularmente por su nombre comercial, Sintrom, que está dando lugar a una nueva categoría de pacientes: los sintromizados.

Ahora constituyen el 1% de la población española, pero algunas predicciones indican que en tres o cuatro años el porcentaje podría elevarse al 3%.

El 70% de quienes lo toman tienen más de 65 años, de ahí que en las consultas del médico de cabecera estos pacientes sean ya muy numerosos. La mayoría tiene la impresión de que en su historia clínica hay un antes y un después a partir del momento en que los incluyen en el programa de Sintrom. A partir de ese momento, tendrán que seguir exhaustivos controles médicos, primero semanalmente y luego una vez al mes, tendrán que someter toda la medicación que tomen o puedan tomar a la evaluación del hematólogo, habrán de ir con mucho cuidado con las heridas y cualquier intervención quirúrgica deberá ser cuidadosamente programada desde las exigencias de su condición de sintromizado. A cambio, los especialsitas estiman que se salvan no menos de 6.000 vidas al año.

Los especialistas estiman que el tratamiento puede salvar no menos de 6.000 vidas al año

Pero ¿qué es y qué hace exactamente el Sintrom? En condiciones normales, la sangre circula sin coagularse. En los enfermos con prótesis valvulares, fibrilaciones auriculares y otras enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos, hay un riesgo elevado de formación de coágulos o trombos en la sangre. Es lo que se conoce como trombosis. Si una parte de este coágulo se desprende, circula y tapona una arteria, se habla de embolia. Este proceso está en la base de muchos infartos de miocardio y cerebrales.

El poder anticoagulante del acenocumarol es lo que previene estos episodios potencialmente mortales. Los mayores de 65 años con fibrilación auricular tratados con acenocumarol son unos 250.000, pero con el envejecimiento de la población esta cifra está creciendo a un ritmo de hasta el 20% anual, según datos de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) y la Asociación Española de Hematología y Hemoterapia (AEHH).

Sin embargo, anticoagular la sangre tiene sus riesgos. Los pacientes deben seguir un riguroso control para establecer las tomas diarias, que son muy variables según cada persona. En España, la dosis media semanal es de unos 15 miligramos, pero puede oscilar entre 3 miligramos o menos y más de 40. El margen entre una dosis insuficiente y otra excesiva para un mismo paciente es muy estrecho y son muchos los fármacos que pueden afectar a su efectividad en mayor o menor medida. Es el caso de ciertos antiinflamatorios, analgésicos (como la aspirina), antifúngicos y anticonceptivos orales, entre otros muchos medicamentos. También hay que tener especial cuidado con los preparados de herboristería, en especial si contienen algas, y no dejarse poner nunca inyecciones intramusculares, ya que pueden dar lugar a hematomas importantes.

La dieta -especialmente en lo referente al aumento o disminución de verduras y ensaladas-, el peso corporal y la ingesta de alcohol son otros factores que pueden influir. Y siempre existe la posibilidad de complicaciones hemorrágicas o trombóticas a pesar de un correcto control. Por todo ello, cuando a una persona se le indica un tratamiento anticoagulante oral, el hematólogo pasa a controlar muchos aspectos de su vida. "En la primera visita, el personal de enfermería detalla al paciente cómo tomar el medicamento y todas las precauciones que debe tener en cuenta, como vigilar cualquier otra medicación que tome, por insignificante que parezca. Se le recomienda que, ante cualquier signo de hemorragia, sangrado por las encías o la nariz, incluso ante la aparición espontánea de un hematoma, llame enseguida a un número de teléfono que se le proporciona y que funciona las 24 horas", explica Santiago Maragall, jefe de la Unidad de Tratamiento Anticoagulante Oral del Hospital Clínico de Barcelona.

Los pacientes deben seguir los controles de forma estricta, sin saltarse los días marcados. "Empiezan siendo cada dos o tres días y, cuando se estabilizan los niveles de coagulación y si no se producen alteraciones significativas, pueden llegar a realizarse entre cada cuatro y seis semanas", indica Maragall. En estos controles se extrae una muestra de sangre y se analiza. A continuación, se le da el resultado al paciente y en una cartilla calendario se le pauta la cantidad exacta de medicación que debe tomar cada día.

Evaristo P. tiene 72 años y está en tratamiento anticoagulante oral desde hace cinco, cuando, a raíz de una cardiopatía, se le implantó un marcapasos. "La vida no me ha cambiado mucho, pero tengo que estar siempre pendiente de la pastilla. Sólo tengo que procurar no tomar alcohol", explica. "A veces, de manera espontánea, sangro por la nariz, pero ya sé qué debo hacer y que no tengo que asustarme. No salgo nunca de casa sin la fotocopia de los datos del control, por lo que pueda pasar".

Otro aspecto muy importante son las extracciones dentales y las intervenciones quirúrgicas, tanto mayores en cuanto a su urgencia como menores. "Cada caso hay que estudiarlo de manera individual, pero las opciones pasan por suspender o no el fármaco, según la situación, y administrar vitamina K, heparina, ácido tranexámico o plasma fresco", aclara el doctor Juan Carlos Gómez, jefe del Servicio de Hematología del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete.

Santiago Maragall (izquierda), en la unidad de tratamiento anticoagulación del hospital Clínico de Barcelona.
Santiago Maragall (izquierda), en la unidad de tratamiento anticoagulación del hospital Clínico de Barcelona.CARMEN SECANELLA

Acortando distancias en los controles

Tradicionalmente, el control del tratamiento anticoagulante oral (TAO) supone el desplazamiento del paciente al hospital, que en el inicio del tratamiento puede ser cada pocas semanas y en la fase estable cada mes. En los últimos años y como resultado de que cada vez los médicos lo prescriben más, del envejecimiento de la población y de que la edad avanzada ha dejado de ser una contraindicación, entre otros factores, las consultas hospitalarias se han masificado. Sólo en el Hospital Clínico de Barcelona se controlan 9.803 pacientes y se realizan controles a unas 290 personas al día, aunque, como reconoce Santiago Maragall, "hay días en los que realizamos más de 340 controles".

En Castilla-La Mancha, y según datos del Servicio de Salud de esa comunidad (Sescam), hay unos 25.000 pacientes con una media de edad de 70 años que siguen un TAO del total de 1.782.000 habitantes, lo que supone cerca del 1,5% de la población, y se realizan unos 185.000 controles anuales. En Toledo en sólo seis meses se ha pasado de 5.000 pacientes que toman anticoagulantes a 5.550 del global de 387.000 titulares de tarjetas sanitarias. Estos datos son significativos si se tiene en cuenta la gran dispersión de la población en esta comunidad.

Una de las maneras más habituales de trabajar todavía es realizar las extracciones en los centros de salud y que las muestras de sangre viajen hasta los hospitales de referencia. Es el caso del servicio de tratamiento anticoagulante del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, que, aunque está trabajando en un proyecto informático para el TAO, recibe muestras de unos 80 pueblos de la provincia y del sur de Cuenca transportadas por carretera. En casos como éste, los pacientes se realizan la extracción de sangre por la mañana en sus centros de salud y reciben los ajustes de sus dosis en un plazo máximo de 24 horas siempre y cuando ésta no varíe significativamente, en cuyo caso se les informa de inmediato por teléfono.

Sin embargo, con el fin de buscar la mayor comodidad de los pacientes, evitar dentro de lo posible su traslado a los hospitales y la saturación de los mismos, son varios los modelos de organización que se recomiendan desde la AEHH y la SETH, todos ellos con los hematólogos como responsables últimos y combinando de diferentes maneras los hospitales, los centros de atención primaria -con médicos de familia y personal de enfermería- y laboratorios donde se realizan los controles. Así, las diferentes comunidades autónomas están trabajando para mejorar estos servicios según sus necesidades particulares.

La mejora se dirige hacia la actualización de programas informáticos que permitan compartir datos con una más estrecha colaboración de los profesionales de atención primaria con los médicos hematólogos. Una de las iniciativas más innovadoras se lleva a cabo en el Área Básica de Salud de Centelles (Barcelona), donde desde hace varios meses los pacientes que lo desean pueden ser controlados por su médico de familia, pues esta área básica comparte un programa informático con su hospital de referencia, el Hospital General de Vic, y se puede acceder a la información del paciente desde ambos puntos.

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