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El Pacto de Toledo obtiene la práctica unanimidad del Congreso

Los partidos trasladan su desarrollo al Gobierno y los agentes sociales

El nuevo Pacto de Toledo recibió ayer el respaldo prácticamente unánime del Pleno del Congreso. La renovación del compromiso sobre pensiones para los próximos cinco años contó con el voto favorable del 95% de los diputados, la abstención positiva de IU y el rechazo de BNG (más cuatro noes erróneos del PP). Los partidos trasladarán ahora al Gobierno y a los agentes sociales el desarrollo del consenso político y su plasmación en medidas concretas.

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Los diputados del PP, PSOE, CiU, IU, CC y PA que han gestado el acuerdo político están pendientes de un ajuste de agendas para reunirse con el presidente del Gobierno, José María Aznar; el ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, y las direcciones de los sindicatos CC OO, UGT y la patronal CEOE para entregarles formalmente el documento. El Ejecutivo y los agentes sociales recibirán el encargo de negociar medidas para garantizar la viabilidad futura de las pensiones, aunque el grueso de cambios se dejará para después de las elecciones de marzo de 2004.

Ese nuevo paso se dará una vez que el Pleno del Congreso haya expresado su respaldo inequívoco (el 97% de los diputados sin el error del PP) al informe que debe servir como referente para los próximos cinco años. El diputado socialista José Antonio Griñán aseguró: "Si prevemos con suficientes años el envejecimiento de la población y la baja natalidad, podemos afrontar sus efectos" en el sistema de pensiones. El ex ministro de Trabajo reivindicó el papel de "la política y los políticos" para ofrecer soluciones y conservar el sistema público, frente a quienes "desde atalayas de pretendida superioridad científica" vaticinan la quiebra.

El presidente de la comisión del Pacto de Toledo, el popular Jesús Merino, coincidió en que las reformas necesarias "no son una tarea para tecnócratas". A su juicio, los votos particulares (todos rechazados) presentados por los restantes grupos parlamentarios "no deben empañar este consenso".

En cambio, su compañero y negociador por el Partido Popular, Tomás Burgos, hizo un discurso muy crítico con todos los grupos de oposición, e impropio en un debate que giraba en torno al único pacto de Estado que mantiene el apoyo de todos los partidos. Al BNG le reprochó "no haberse dignado a aparecer en los tres años de debate y plantear ahora una enmienda a la totalidad". A IU, el presentar "un brindis al sol para ingresar menos y gastar más". Al PSOE, el querer "empezar la casa por el tejado", con su propuesta de pensiones de viudedad para parejas de hecho, con independencia de su orientación sexual, porque no hay una ley que regule ese modelo familiar. Y a CiU, el adjudicarse el mérito de las mejoras de las pensiones mínimas.

Un tono muy distinto al conciliador utilizado por Inma Riera (CiU), Soledad Monzón (CC), Josu Erkoreka (PNV), José Núñez (PA) y Joan Puigcercós (ERC) para defender el reconocimiento del papel de las comunidades autónomas, y el de Antero Ruiz (IU) para justificar su voto particular en favor de que las pensiones mínimas se equiparen al salario mínimo.

El ministro Zaplana, que no asistió al debate, aseguró que el nuevo Pacto de Toledo es "muy complejo" y "va mucho más allá" que el de 1995 al abordar cuestiones nuevas. Entre esas recomendaciones nuevas están la protección social para personas dependientes (por edad o invalidez), el impacto de la inmigración o la advertencia contra las prejubilaciones.

Zaplana, que no asistió al debate, conversa con otros diputados en los pasillos del Congreso.
Zaplana, que no asistió al debate, conversa con otros diputados en los pasillos del Congreso.MANUEL ESCALERA

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