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Bruselas multa con 138 millones a cuatro químicas por acordar precios

La mayor parte de la sanción recae sobre la alemana Hoechst

La Comisión Europea ha vuelto a actuar contra un cartel, esta vez en el sector químico. Bruselas impuso ayer una multa de 138,4 millones de euros a cuatro compañías, incluida Hoechst, filial del Grupo Avensis, por formar una entente secreta entre ellas para pactar los precios de uno de los conservantes más utilizados en Europa (ácido sórbico). La dura reprimenda se produce después de que el martes un tribunal anulara la sanción de 273 millones impuesta por la Comisión al cartel de las navieras (TACA).

El revés que propinó el Tribunal de Primera Instancia a la Comisión no ha impedido que Bruselas haya actuado contra un grupo de empresas químicas. "La sentencia en el caso de la TACA no va a desviarnos de nuestro curso", advertía el comisario europeo de la Competencia, Mario Monti, a la vez que insistía en que la lucha contra los carteles es una prioridad de su equipo. Se trata de la séptima multa en volumen de las impuesta hasta la fecha por Bruselas contra un cartel.

Lo curioso de este caso es que la mayor parte de la multa se la lleva Hoechst, filial del Grupo Aventis, que en casos anteriores protagonizó el papel de buena al denunciar, entre otros, el cartel de las vitaminas. Tendrá que pagar 99 millones por ser la instigadora del cartel y haber cometido "otras ofensas similares en el pasado". Además de la compañía alemana, las empresas involucradas en la conspiración son la alemana Hoechst y las japonesas Daicel Chemical (multa de 16,6 millones), Nippon Synthetic Chemical (10,5 millones), Ueno Fine Chemicals (12,3 millones) y Chisso. Esta última se ha librado de la sanción por denunciar la entente ante Bruselas y aportar pruebas. Un papel que en otros carteles atacados por Bruselas en el sector químico fueron desmantelados gracias a la colaboración de Aventis.

El cartel se mantuvo operativo entre 1979 y 1996, lo que lo convierte en uno de los más duraderos. El producto afectado por esta práctica conspirativa es un conservante muy común (ácido sórbico) que se utiliza en la industria alimentaria para retrasar la aparición de hongos, bacterias y otros microorganismos en alimentos como la mayonesa y embutidos, y en las bebidas. Esto ha provocado, según Monti, que los consumidores europeos hayan pagado un precio "más elevado en estos productos".

Las cinco sociedades, según los datos recopilados por la Comisión en sus pesquisas iniciadas en otoño de 1998, controlaban, gracias al cartel, más del 85% del mercado del ácido sórbico. Los directivos de estas empresas se reunían dos veces al año, en Europa o en Japón, para discutir los precios que iban a aplicar en cada país y fijar las cuotas de mercado. Por su parte, los productores nipones se reunían antes en Tokio para preparar su reunión con la alemana, hasta 1997 el mayor productor mundial de este producto químico.

La Comisión Europea patrocina precisamente hoy la 5ª Conferencia Internacional sobre Carteles, que reunirá hasta mañana en Bruselas a 160 expertos de 35 países.

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