Más riqueza que la caza
El presidente de los escopeteros andaluces comenta en una entrevista publicada en ese diario el pasado domingo que los cazadores se gastan mucho dinero en la caza, mientras los ecologistas "sólo hablan". Este amigo de los animales, de delicada prosa, habla también de los zorros ("hay que quitarlos de en medio") y de los problemas que dan los meloncillos. La verdad es que a lo mejor tiene razón, "hay mucho depredador", concluye amargamente. Sobre todo de dos patas...
La monserga de que la caza es mejor que la actividad naturalista porque aquélla da más dinero es una auténtica patraña: si los cazadores compran escopetas, cartuchos y balas, los aficionados a las aves o a los paisajes vírgenes compramos prismáticos, cámaras y guías de campo. Si hablamos de turismo o de estancias hoteleras, los últimos estudios ponen de manifiesto que el número de pernoctaciones de los amantes de la naturaleza es sustancialmente mayor que el de los adictos a la pólvora y la mira telescópica.
La actividad naturalista genera empleo estable y de calidad, vinculado al sector turístico rural, y no hay más que visitar los pueblos cercanos a zonas de importancia para la fauna y la flora para comprobar el desarrollo económico que han experimentado en los últimos años (Picos de Europa, Pirineos, Cazorla, Serranía de Ronda), muy superior al de las comarcas vinculadas a la actividad cinegética (Sierra Morena, Montes de Toledo).
Así que la próxima vez que un cazador tome un micrófono o un lápiz para comentar que abatir a un ser vivo por puro placer es estupendo para nuestra economía, me gustaría recordarle que este argumento ya no sirve. Busque otro, por favor, porque ya vivimos en un país donde la vida de los animales salvajes y de sus hábitats naturales dan mucho más dinero y más empleo que el que producen los macabros disparos de las escopetas.
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