Un líder cada vez más solo en Downing Street
Tony Blair ha dejado muy claro en sus entrevistas de este fin de semana que no tiene ninguna intención de dimitir y que su objetivo es no sólo ganar un tercer mandato laborista, sino seguir viviendo en el número 10 de Downing Street hasta el final de ese mandato.
Durante estos días, algunos de los más próximos aliados políticos del primer ministro han calentado el ambiente del congreso anual del Partido Laborista, lanzando al aire positivos mensajes de regeneración, todos ellos anclados en el bien entendido de que nadie como Blair para ponerlos en práctica. Pero lo más curioso de esos mensajes es que casi todos han llegado desde fuera del Gobierno, de la mano de tres ex ministros: Peter Mandelson, Stephen Byers y Allan Milburn. Año tras año, Blair va perdiendo a sus aliados políticos más cercanos, que por una razón o por otra acaban dejando el Gabinete.
Mandelson, uno de los ideólogos del Nuevo Laborismo, ha dejado el Gabinete ya dos veces por asuntos de pequeñas corruptelas de los que luego ha logrado ser exonerado. Tras casi dos años de ostracismo político, volvió al primer plano político antes del verano y algunos diarios le sitúan como el próximo comisario británico en Bruselas, aunque otros creen que Blair barrunta enviar al correoso Robin Cook para alejar de Westminster al más creíble opositor que tiene en el Parlamento.
Stephen Byers dejó el Gobierno el año pasado por un conflicto político en sus servicios de prensa y Milburn se ha ido este año para poder pasar más tiempo con su joven mujer y sus dos niños en el norte de Inglaterra.
Pero no son las únicas bajas que ha tenido Blair. La ministra de Educación, Estelle Morris, dejó el cargo el año pasado convencida de que era más efectiva en la segunda línea administrativa que en primera línea política.
Y la baja más reciente, y quizá la que le deja más huérfano, ha sido la de Alastair Campbell, su jefe de prensa desde 1994, portavoz del Gobierno en la primera legislatura y director de Estrategia y Comunicaciones en la segunda, que se ha adelantado a las quizás negativas del juez lord Hutton sobre el caso Kelly.
Quizá lo más significativo de todas estas fugas es que se trata no solo de gente muy próxima al primer ministro, todos ellos comprometidos con el sector más dinámico y renovador del laborismo. Eran también los responsables de cuatro áreas extraordinariamente sensibles para el Gobierno.
Campbell dominaba la política de la comunicación, el despectivamente llamado spin, que tanto ayudó al Nuevo Laborismo a alzarse con el poder. Y Byers, Morris y Milburn eran responsables de las tres áreas más sensibles para el gran público: los servicios públicos de transportes, educación y sanidad.
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