El Celta recupera el romanticismo

El Celta exhibió frente al Valladolid una desconocida capacidad de reacción, que le permitió en vísperas de la visita del Milán recuperar en 27 minutos lo que cedió en los 55 anteriorres. Lastrado por un error de Cavallero a los cuatro minutos de los que pesan en todo el equipo, se entregó en la segunda mitad a uno de esos ciegos ataques repletos de romanticismo que tanto se añoraban en Balaídos. Con más de media hora por delante, se llevó Lotina a sus temerosos centrales al vestuario, para comprobar cómo la ecuación de calidad y cantidad en el ataque suele dar buenos resultados.

Al Valladolid le había sobrado con Makukula y una pizca de presión para atormentar al Celta. Cada vez que el delantero recibió la pelota sembró el caos en el equipo de Lotina, que ha perdido toda la consistencia defensiva que le catapultó el curso pasado. Los centrales celestes no supieron frenarle ni por arriba ni por abajo, como contagiados por el nerviosismo de Cavallero, que a los cuatro minutos permitió con su descomunal disparate que se adelantara el Valladolid. Criticado en Argentina por los goles de la selección y castigado por el Celta sin Liga de Campeones por el tanto que le encajó el bético Asunçao, el cancerbero dio argumentos a sus críticos con una salida a ninguna parte. Ocurrió en un cruce con Makukula al que llegó primero pese a salir con retraso, pero el balón le traspasó como si le hubiese perforado para dejar al delantero blanquivioleta solo frente a la portería.

Lo que no hizo Makukula lo pudo la presión del Valladolid. Los nervios de los centrales y la tosquedad de José Ignacio provocaron una sucesión de pases sucios, balones divididos y pelotazos a ninguna parte. En esas circunstancias, al Celta sólo le quedan Gustavo López y Mostovoi, más algún apunte de Jesuli. Las singularidades del Celta quedaron retratadas en la banda derecha, donde el césped quedó intacto. O atacó el equipo vigués por la izquierda o buscó la cabeza de Milosevic, lo que benefició el trabajo defensivo del grupo de Fernando Vázquez. El asunto pareció sentenciado al poco de comenzar el segundo tiempo. Como el paso por los vestuarios no calmó a los centrales celestes, la reanudación se inició con otro homenaje de Cáceres a Makukula, que recibió al borde del área pequeña para controlar, prepararse la pelota, abrirse un metro hacia la izquierda y anotar otra vez con la complacencia de Cavallero. La cosa tenía pinta de tragedia.

La reacción del equipo vigués tuvo un punto de descontrol, pero estuvo repleta de desenfreno. Para empezar, el entrenador céltico echó del campo a Sergio y Cáceres, aunque fuera para que ingresasen los laterales Ángel y Juanfran. Luccin se colocó en el centro de la defensa, flanqueado por Sylvinho y Velasco, para a partir de ahí atacar con todo. Lo que no pudo la elaboración lo consiguió la inquietud, que ahora atenazaba al equipo de Vázquez. Y llegaron los goles: el de Jesuli, favorecido por un rebote; el de Milosevic, que remató un centro de Juanfran, y el de Mostovoi, el que valió la primera victoria de la temporada, que tuvo el sabor de unos tiempos en los que marcar tres goles no era noticia.