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LA POSGUERRA DE IRAK

La ONU deja apenas 40 personas en Irak para coordinar a 4.000 trabajadores locales

El administrador Bremer lamenta las consecuencias de la retirada parcial de Naciones Unidas

Jorge Marirrodriga

Naciones Unidas evacuará de forma inmediata a un tercio de sus empleados internacionales en Irak, según confirmó ayer su portavoz en Bagdad, Véronique Taveau, quien insistió en que los 4.000 trabajadores iraquíes de la ONU garantizarán el cumplimiento de los programas de ayuda en la reconstrucción. La medida fue acogida con irritación en los círculos políticos iraquíes y estadounidenses en Bagdad, y con preocupación por la población, que teme una evacuación total tras la interrupción de muchos programas de ayuda desde el pasado agosto.

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"Sabemos que el pueblo iraquí necesita a la ONU y aquí estamos", declaró Taveau -quien evitó en todo momento la palabra "evacuación"-, a unos metros del edificio medio derruido que todavía alberga el cuartel general del organismo en Bagdad. Pero el "aquí estamos" es menor cada día. Si el lunes quedaban unos 120 funcionarios extranjeros de la ONU y el jueves ya se habían reducido a 86, en las próximas horas está prevista la salida del país de otras 30 personas.

Los representantes de la ONU insisten en que los 4.000 trabajadores iraquíes contratados suplirán la labor de los funcionarios internacionales, aunque carecen de la experiencia y conocimientos de éstos. Fuentes internacionales en la capital iraquí no descartan que en las próximas semanas sean enviados a sus casas, eso sí, con los sueldos garantizados. En teoría, el medio centenar de funcionarios internacionales que quedarán en Irak debe ocuparse de la ayuda alimenticia y sanitaria, la asistencia a los refugiados, la reconstrucción de las instituciones iraquíes de una forma democrática -especialmente el sistema de justicia- y de asesorar a las nuevas autoridades iraquíes. Una tarea inabarcable incluso sobre el papel.

En Bagdad, la noticia fue acogida con resignación y temor. Los "se veía venir" y "será todavía peor" se repetían incesantemente en los abarrotados cafés durante la jornada festiva del viernes. "Desde el atentado de agosto no ha aparecido nadie por aquí", explicaba Bashem Abbas, un representante de la barriada de Al Ubeidi, al norte de Bagdad, donde siguen sin agua corriente ni electricidad, las aguas negras corren a cielo abierto por las calles y las enfermedades infecciosas son algo cotidiano. "Un equipo de Unicef estuvo aquí y realizó una limpieza en el barrio. Luego vino el atentado y no los volvimos a ver", relató.

"No nos llega comida de Naciones Unidas. Ahora sólo se ocupan de nosotros en la mezquita, ellos nos dan todo lo que comemos", asegura Ibtisan Abdel, un ama de casa de la barriada de Al Shohada, al sur de la ciudad, quien revela que dichos alimentos han sido donados por Arabia Saudí. "Quiero que se quede la ONU. Tienen que ayudar a la gente", dice. En el mismo barrio, Adnan Hamde, de 49 años, se lamenta de que la inseguridad paralice una solución al problema de dar de comer todos los días a una parte importante de los más de cinco millones de personas que viven en Bagdad. "Con Sadam lo hemos pasado muy mal, pero lo que vemos es todavía peor". Hamde dice que algunas ONG se han acercado alguna vez a repartir alimentos en las últimas semanas, "pero han tenido problemas y no han vuelto".

Quien no ocultó su irritación con la ONU fue el administrador de EE UU en Irak: "La gente de Irak todavía va a necesitar electricidad, seguridad, agua y alcantarillado que funcione durante los próximos tres meses. Lo necesitan ahora y, si la ONU se va del país durante un tiempo pensando en cuándo va a volver, todo ese periodo es tiempo perdido. Lo tienen más peligroso nuestros soldados", señaló Paul Bremer. "Los americanos no han hecho nada, sólo se han dedicado a patrullar, y encima lo han hecho mal. Mire cómo estamos", opina Raed Haked Saed, un comerciante chií. La decisión de Naciones Unidas fue recibida con desagrado también por el ministro de Exteriores del Gobierno Provisional iraquí, Hoshyar Zebari, quien subrayó la importancia vital de que la ONU permanezca en Irak.

Lo que queda de la sede de la ONU en Bagdad permanecía ayer rodeado por cientos de metros de alambre de espino y barreras de hormigón y sobrevolado constantemente por helicópteros de combate de EE UU. Ya a las doce y media de la mañana (diez y media en la España peninsular) no quedaba nadie trabajando dentro, según aseguraba un sargento mayor del Ejército de EE UU al mando de un pelotón fuertemente armado que custodiaba los accesos.

Por otra parte, un soldado norteamericano murió y dos fueron heridos por un ataque con lanzagranadas registrado anoche en la ciudad de Kirkuk, en el norte de Irak, informaron ayer portavoces militares estadounidenses. Las fuentes precisaron que las víctimas pertenecen a la 73 división aerotransportable, desplegada en la región. Con las nueva baja mortal asciende a 80 el número de soldados norteamericanos muertos en combate en Irak desde que el presidente de EEUU, George W. Bush, declarara el pasado primero de mayo el fin de las principales operaciones bélicas en el país.

19 detenidos de Al Qaeda

Familiares de la miembro del Consejo iraquí fallecida, junto a su ataúd.
Familiares de la miembro del Consejo iraquí fallecida, junto a su ataúd.AP

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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