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Seis artistas de hoy 'juegan' en Zamora a integrar sus miradas en la historia

Sergio Belinchón, Eva Lootz, Alicia Martín, Mateo Maté, Juan Luis Moraza y Marina Núñez, artistas de las últimas generaciones con distintas tendencias, habitan un espacio excepcional: un edificio con una estructura arquitectónica moderna y un contenido pleno de historia. Un marco único en el que cada uno de ellos se ha aposentado sin una idea previa, sin hacer ruido y sin estorbarse.

Han visto el espacio, el contenido y, sin más, cada uno ha aportado su propio concepto del arte. El resultado es una apuesta artística integradora, tan brillante como sencilla.

La historiadora del arte Estrella de Diego, comisaria de la muestra junto con Sergio Rubira, reconoce que el proceso ha sido facilísimo, una integración natural. "Los artistas han trabajado en el museo, han visitado el museo y cada uno de ellos ha encontrado el rincón donde quería estar, donde quería habitar". El espectador se encuentra seis conceptos artísticos que casi resultan invisibles a simple vista. No hay carteles, no hay indicaciones. Nada dice que en el Museo de Zamora haya algo distinto a la propia historia que encierra, desde la arqueología más remota al arte del siglo pasado. El arte se integra en la historia. Es una mirada nueva en un museo.

Juan Luis Moraza recibe al visitante en el exterior, en una de las paredes de la iglesia románica de Santa Lucía, con un reloj de sol que no marca las horas, sino las eras de la Tierra.

Eva Lootz construye una imaginativa instalación sonora que salpica el recorrido del museo y hace hablar a los objetos ante los que se sitúa el espectador. Resulta especialmente divertida la bienvenida que ofrece a la entrada del recinto, cuando se enfrenta el primer vestigio de la historia que guarda el museo zamorano: una vasija de almacenaje de la edad de hierro.

Mateo Maté ha creado una instalación tras el vestíbulo, donde el polvo que deja el visitante guía sus primeros pasos por el recinto.

Enfrente, primera instalación de las cajas de luz que propone en el recorrido Alicia Martín. Un alarde gráfico de ingenio para dar respuesta a la arqueología que la rodea, sin estorbar, comprimiendo el tiempo en un mismo espacio habitable.

Un poco más allá, entre los vestigios romanos, Marina Núñez pone la réplica a los magníficos mosaicos y tapiza el suelo con una estela cósmica.

Hay que acercarse al siglo XIX para encontrar el aposento del fotógrafo Sergio Belinchón, que deja entre personajes de noble linaje su mirada al efímero paso del tiempo, conjugando pasado y futuro con una fotografía de una excavación arqueológica condenada por una autovía. Ver el montaje de La mirada a estratos es casi un juego, pero un juego serio. Un juego del arte.

<i>Sin título,</i> de Marina Núñez.
Sin título, de Marina Núñez.

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