El archivo de Carlos Barral queda abierto a la investigación
Entre los inéditos figuran páginas de una novela inacabada
Casi 14 años han tenido que pasar desde la muerte de Carlos Barral para que su fondo documental quede finalmente catalogado y disponible a la investigación. Durante todo este tiempo quedó al cuidado de su viuda, que no paró de luchar hasta conseguir un espacio donde se preservara este patrimonio. La Biblioteca de Cataluña, depositaria del fondo al menos durante tres años (el material pertenece al Ayuntamiento de Calafell), presentó ayer una primera catalogación de la documentación que ocupa 26 metros lineales.
Entre este material se encuentran los manuscritos de Metropolitano o Usuras y
figuraciones, las copias mecanografiadas de Años de penitencia o las galeradas de Catalunya a vol d'ocell. Incluye también los diarios que Barral escribió durante 30 años o su correspondencia, entre otros, con Max Aub, María Zambrano, Camilo José Cela, Miguel Delibes, Gonzalo Torrente Ballester y los presos políticos de Burgos. Barral conservó también lo que llamaba "monstruos", variaciones que realizaba de poemas ya publicados, y los dos primeros capítulos de Memorias de
Infancia, en la que trabajaba cuando murió. El escritor, editor y político trabajaba también en la novela El azul de
Patinir, de la que se conserva un capítulo y medio. Barral reflexiona aquí sobre la muerte tomando como excusa el cuadro El paso de la laguna
Estigia, de Joachim Patinir. Se conservan igualmente todos sus artículos de prensa -"que luego se veían también reflejados en sus poemas", señaló su viuda- y documentos sobre su actividad como senador y europarlamentario.
La Biblioteca de Catalunya expondrá todo este material el próximo jueves, en una jornada de puertas abiertas. Sin embargo, acceder a ellos para la investigación será aún complicado, ya que se trabaja en una catalogación más exhaustiva y su digitalización. La previsión es que el fondo documental regrese a la casa de Barral en Calafell (ahora en reformas para transformarla en centro cultural) en un plazo de entre tres y cinco años.
Babelia
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