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Columna
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Trile

¿Chantaje? Más bien parece la jugada de un trilero, sólo que, en lugar de cáscaras de nuez y un guisante, sus ejecutores manejan la Ley del Patrimonio para escamotear un desaguisado. Me refiero a la propuesta del Consell que preside Francisco Camps de introducir una cláusula de excepcionalidad en las exigencias de conservación de los bienes de interés cultural (BIC) para que deje de ser válida su salvaguarda cuando eventualmente moleste al partido en el poder. La sugerencia de que los socialistas habrían de apoyar la iniciativa (una demolición sin paliativos de la protección patrimonial) porque evitará el derribo del Teatro Romano de Sagunto, aunque permita llevar adelante dos proyectos tan contestados por la ciudadanía y tan bloqueados por los tribunales como la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez a través del barrio del Cabanyal, en Valencia, y el palacio de congresos en el Bencantil de Alicante, resulta obscena por la simplicidad de su artificio. El consejero de Cultura, Esteban González Pons, y los altavoces gubernamentales pretenden que con ello se ofrece una salida a un problema del PSPV, cuando el único que tiene un problema con el Teatro Romano a estas alturas es el Partido Popular. Suyo fue el empecinamiento en denostar la reforma de los arquitectos Grassi y Portaceli, suyo es el recurrente, Juan Marco Molines, ex diputado con sueldo institucional como asesor, y suya la utilización hasta la náusea del contencioso con cualquier excusa electoral. Ahora también es suya la obligación de buscar una salida a un caso que nunca debió llegar tan lejos. A la sentencia que ordena el derribo de la obra no le valen prestidigitaciones legislativas, sino una resolución que el sentido común indica con claridad: dejar las cosas como están y darle carpetazo de una vez. Pero para ello, bien los jueces, bien los populares, en tanto que parte doblemente implicada como denunciantes y como administración, han de dar su brazo a torcer y reconocer ante la humanidad que la demolición no es conveniente. Lo demás, como ha señalado la alcaldesa de Sagunto, Gloria Calero, es "querer quitarse las pulgas de encima". Mientras con la otra mano se intenta un trile de alto standing, digo yo.

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