Charlie Kaufman, un perro verde

En el cine estadounidense hay guionistas, guionistas raros y luego está Charlie Kaufman. El perro más verde del nuevo cine americano debutó en el mundo de la escritura en Cómo ser John Malkovich (1999), historia que se desarrollaba en buena parte en la cabeza del actor del título y en gran medida en el piso siete y medio (?) de un edificio de oficinas. La segunda película estrenada en España con guión suyo fue Adaptation (2002), que llevó a las puertas del Oscar no sólo a él, sino también al protagonista del filme (Nicolas Cage) y a un ficticio hermano gemelo del escritor, que se había inventado como coguionista y como coprotagonista de la cinta. Human nature, presentada en el Festival de Cannes de 2001, es el trabajo que ocupó el tiempo de Charlie entre medias de ambas películas, y se estrena ahora en España con más de dos años de retraso.

Las historias de Kaufman, contadas en cinco líneas o en un par de minutos, siempre poseen un imprevisible punto de genialidad. Otra cosa es llevarlas al cine en una película de dos horas. Cómo ser John Malkovich se perdía sin remedio a la mitad de su metraje en un maremágnum de excentricidad que acababa por desinteresar. Adaptation le duraba un poco más, justo hasta que media hora antes del the end la tesis que se había mantenido durante toda la película acerca de los guiones del actual cine americano se venía abajo por un catastrófico desenlace.

Human nature mantiene su interés apenas 20 minutos, lo que, contado en unas cuantas líneas, viene a ser algo así: por culpa de una serie de problemas hormonales, una chica tiene desde niña la desgracia de ver cómo su piel se llena de pelos por todo el cuerpo, lo que le lleva, a punto ya del suicidio, a terminar aceptando su condición y a adentrarse en la selva como lo que es, un animal de pelo en pecho incapaz de soportar una sociedad como la actual.

El problema de Charlie Kaufman, y sobre todo de Human nature, es que la excentricidad y las ganas de resultar original se conviertan directamente en una estupidez. Los giros en la narrativa son habituales en su cine, pero una cosa es intentar huir de las convenciones y otra huir de toda lógica. No es que Kaufman rompa con la estructura dramática tradicional, intentando demostrar que hay otro tipo de métodos para llegar al mismo lugar, sino que directamente no haya sistema alguno. De hecho, Human nature contiene dos películas absolutamente diferentes en una, como si al llegar a los 40 minutos a Kaufman se le acabara el fuelle y desviara su hipótesis inicial hacia otro camino totalmente distinto.

Patricia Arquette, la mujer del desorden hormonal, tiene que cargar con un papel no ya excéntrico, sino directamente suicida, y, aunque los secundarios tengan cierto peso (Tim Robbins, Rhys Ifans), la película acaba con todos ellos. Por cierto, el director de Human nature es el debutante Michel Gondry (especialista en publicidad y videoclips, caso de Björk o Massive attack), pero, con las cosas tan raras que escribe Charlie Kaufman, qué más da quién sea el director.