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Un centenar de fieles se manifiestan contra la consagración del nuevo obispo de Vic

Arrecia la polémica por la sucesión de Carles al frente de la archidiócesis de Barcelona

Una insólita concentración silenciosa de un centenar de católicos, pertrechados con pancartas y folletos, entre los que se encontraban varios sacerdotes, mostró ayer su disconformidad contra el arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, y el rumbo de la actual jerarquía eclesiástica catalana en las puertas de la catedral de Vic, en cuyo interior se celebró la consagración del nuevo obispo de la diócesis, Romà Casanova.

Los manifestantes, que en algunos casos recibieron furibundas reprimendas de los varios miles de fieles que abarrotaron la catedral, esgrimían pancartas en las que podía leerse: "Basta de obispos impuestos", "La iglesia catalana existe", "Participación, pluralidad, diálogo", "Rouco y Carles, verdugos de la Iglesia catalana", en referencia al presidente de la Conferencia Episcopal Española, José María Rouco Varela, y al cardenal de Barcelona.

Entre los manifestantes se encontraban algunos sacerdotes en ejercicio. Uno de ellos, que pidió preservar su anonimato, aseguró que estaba de acuerdo con todas las críticas expresadas en la concentración. Las desavenencias en el seno de la Iglesia no acostumbran a ir mucho más allá de los susurros a media voz y de algún que otro comunicado, de ahí que la manifestación silenciosa tuviera un impacto mucho mayor del que preveían sus propios impulsores.

Los manifestantes, reunidos en torno al movimiento Católicos por una Iglesia Participativa y Plural, en su mayoría llegados desde Barcelona, se situaron con timidez en una de las puertas laterales, aunque al final acabaron formando un corredor repleto de carteles ante la puerta principal, que tuvo que cruzar la mayoría de los asistentes y la vistosa procesión sacerdotal.

Josep Torrens, promotor de la protesta, explicaba que la gente de base "está harta de las imposiciones de Carles en el nombramiento de obispos" y que su actuación ha originado "una fuerte escisión". Jordi Tomàs, uno de los manifestantes más jóvenes, reclamaba el derecho de las parroquias y los curas a participar en la elección de los obispos y advertía de que si el nuevo arzobispo de Barcelona se nombra siguiendo el mismo sistema, "seguramente habrá que preparar algo gordo".

Entre los asistentes a la ceremonia que recriminaron la actitud de los manifestantes se encontraba Josep Panisello, un maestro jubilado de Tortosa, que definía a Casanova como "una persona extraordinaria" y añadía: "¡Puñeta, por una vez que nos nombran a un obispo de esas tierras olvidadas, vienen estos a quejarse!". Desde las comarcas del Ebro, de donde es originario el nuevo obispo de Vic, se desplazaron hasta la capital de Osona más de 700 personas.

Otros, mucho más crispados, adoptaron un tono amenazador: "Si entráis estas pancartas, les pego fuego", "Sólo habéis venido a hacer el indio", "¿Acaso Deltebre no es Cataluña?".Los manifestantes habían acordado no interferir en la ceremonia y mantenerse serenos ante posibles provocaciones, por lo que no se produjo ningún tipo de altercado.

La entrada del futuro obispo en la catedral se desarrolló ante un silencio sepulcral de los manifestantes, que exhibieron con mayor empeño sus carteles. Romà Casanova distinguió entre los manifestantes, que prácticamente copaban la entrada, a unos jóvenes a quienes saludó y bendijo. Los jóvenes, de entre 17 y 18 años, habían venido expresamente desde Flix y Riba-roja d'Ebre (Ribera d'Ebre), donde Casanova ejerció como rector.

Una de las jóvenes del grupo, provista de una cámara con la que inmortalizó a un buen número de curas, se reconoció "fan total" del nuevo obispo y aseguró que "será el número uno". "Es joven, dinámico y muy progresista. Todos le apreciamos y estamos convencidos de que no decepcionará a nadie", añadió.

Casanova fue ordenado obispo en un templo lleno a rebosar en el que se instalaron dos pantallas gigantes de vídeo para seguir la ceremonia.

En una rueda de prensa celebrada ayer por la mañana, Casanova aseguró que la elección de obispos se hace del mismo modo "desde hace 2.000 años" y añadió que la manifestación no conseguiría "amargarle el día".

El obispo más joven de España, nacido en Deltebre en 1956, tiene como objetivo potenciar las vocaciones, pues la media de edad de los sacedotes de la diócesis es de 69 años, y "ser el obispo de todos, piensen lo que piensen políticamente". En cualquier caso, apostó por mantener una línea continuista respecto a los obispos que le han precedido, Ramon Masnou y Josep Maria Guix: "No venimos a cambiar como un Gobierno, sino que haremos un seguimiento de la realidad, que ha sido correcta".

Romà Casanova no aclaró si se mostrará partidario de una Conferencia Episcopal Catalana porque, dijo, todavía no se ha reunido con el resto de obispos catalanes. Y precisó que se mantendrá al margen de los asuntos políticos. "Hay que plantearse cómo organizar las iglesias en Cataluña, pero no se tiene que confundir con los asuntos políticos".

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