Lula moviliza a 100.000 voluntarios para erradicar el analfabetismo
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, junto a su ministro de Educación, Cristovam Buarque, ex rector de la Universidad de Brasilia, economista y escritor, puso en marcha la tarde del lunes su plan para erradicar durante su mandato el analfabetismo que afecta a 20 millones de brasileños. Para ello, el Ministerio de Educación firmó 39 convenios con instituciones públicas y privadas que van a movilizar a 100.000 voluntarios. Este ejército de las letras alfabetizará este mismo año a tres millones de personas, mediante cursos de un mínimo de 260 horas (10 por semana). El plan se combina con cursos televisados, con participación de la red Globo, para los recién alfabetizados.
Lula fue enfático. "No existe", dijo, "un país desarrollado en el mundo que no haya invertido seriamente en educación". Tras recordar que su madre era analfabeta, afirmó que el éxito del programa no dependía sólo del Gobierno, ni del Ministerio de Educación, sino de todos. Recordó con ironía que existen hasta catedráticos que "durante toda la vida han tenido y tienen a una criada analfabeta sin preocuparse de enseñarla a leer y escribir".
A su vez, el ministro Buarque destacó en su discurso que "es tristemente injusta una sociedad que se divide entre una casta de lectores y una de analfabetos". Y afirmó: "Piensen ustedes que mañana 20 millones de lectores no podrán leer la noticia de esta solemnidad creada para ellos".
"Vacuna en masa"
Según el último sondeo nacional, el 8% de los 173 millones de habitantes de Brasil son analfabetos absolutos, un 30% son semianalfabetos, ya que apenas si consiguen leer alguna frase muy corta y simple. Sólo el 25% de la población tiene el pleno dominio de la lengua. El 37% de los habitantes son analfabetos funcionales. Lula comparó el analfabetismo de un país como Brasil, que en otros muchos aspectos está ya en el Primer Mundo, con una epidemia que debe ser combatida con una "vacuna en masa". Una campaña de estímulo a la lectura arrancó el lunes pasado, cuando en el descanso del partido Brasil-Colombia, para las eliminatorias de la Copa del Mundo, el entrenador Parreira apareció leyendo y comentando un texto del libro El mundo de Sofía, en el momento en que más de medio país estaba enchufado a la televisión.
El presidente Lula y el ministro Buarque visitaron juntos el llamado Laberinto de la Educación, levantado frente al Palacio de la Presidencia. En él, durante cinco minutos, se experimenta la amarga sensación de no saber leer. Todo está escrito en una lengua inexistente. Nadie entiende ni los carteles indicadores para moverse, ni la receta de un medicamento. "Fue, de verdad, una experiencia espiritual fuerte", comentó Lula al salir mientras se refregaba los ojos como despertándose de una pesadilla.
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