Crecemos, pero ¿cómo?
Este año, a los analistas de la coyuntura que hemos disfrutado de nuestras vacaciones en agosto nos han jugado una mala pasada. Apenas habíamos aterrizado en nuestros despachos intentando ponernos al día de la voluminosa información que se genera a lo largo de un mes, cuando el INE nos ha soltado nada menos que la Contabilidad Nacional del segundo trimestre del año y la revisión de los datos de los años 1999 a 2002 (miles de cifras, como sabrán los lectores que hayan utilizado u ojeado alguna vez estas estadísticas). Las mentes oxidadas y las pilas descargadas (nunca he entendido eso de que en las vacaciones se cargan las pilas), les puedo asegurar que todo ello ha sido demasiado para un periodo posvacacional. En fin, que sólo ha transcurrido una semana del nuevo curso y ya necesitamos unas vacaciones.
El patrón del crecimiento español no es sano ni sostenible a medio plazo
Bromas aparte, hay que agradecer al INE su esfuerzo en ofrecer la información estadística cada vez con más celeridad. No obstante, esto acarrea un problema. Como los recursos de que dispone son claramente insuficientes, no sé si esta mayor celeridad y volumen de información que le exigimos no se está traduciendo en una pérdida de calidad. Ésta es una de las reflexiones que me han suscitado las nuevas cifras contables, tanto las referidas al segundo trimestre como a la revisión realizada de las del periodo 1999-2002.
Respecto a los años pasados, las nuevas cifras no varían significativamente las tasas de crecimiento del PIB, pero sí su composición. Ahora sabemos que éste ha sido mucho más desequilibrado de lo que se nos decía en un principio, con un saldo exterior más negativo y, para compensar, mucha más demanda interna. A su vez, ésta se ha formado con mucho más consumo, tanto privado como público (la revisión al alza del gasto público ya se ha convertido en una pauta en el proceso de elaboración de la Contabilidad Nacional) y menos inversión. ¿Qué implicaciones tiene esto? Pues que este patrón de crecimiento no es sano ni sostenible a medio plazo, pues provoca inflación (ahora queda claro que el diferencial de inflación con la UEM tiene sus orígenes fundamentalmente en un exceso de demanda), pérdida de competitividad y un exceso de endeudamiento al aumentar el gasto en consumo por encima de los recursos generados, todo lo cual disminuye el potencial de crecimiento a medio plazo. También nos dicen estas nuevas cifras que la política fiscal hubiera tenido que adoptar un tono más restrictivo para frenar el exceso de demanda privada.
En cuanto al segundo trimestre, destaca la ligera aceleración de la economía española, tanto más meritoria cuanto las de los principales países europeos se encuentran en recesión. Pero, además, se nos vuelve a decir que el crecimiento se ha hecho más equilibrado gracias al fuerte tirón registrado por las exportaciones. De nuevo aquí es donde surgen las dudas, pues los datos de comercio exterior ofrecidos por Aduanas para el segundo trimestre no son coherentes ni con la caída que observan las importaciones de los países europeos ni con la no recuperación de la producción industrial. En definitiva, la celeridad en la publicación de las estadísticas es importante, pero más lo es su calidad. Y esto requiere más recursos para el INE y una mejor utilización de los mismos, sobre todo en el ámbito de los ministerios.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).
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