Árboles mal podados
Elegí una hora demasiado temprana para ir a ver volar cometas al Juan Carlos I; el sol de finales de agosto es todavía muy fuerte y me recalentaba la sesera. Lo sé: es un parque nuevo y los árboles son jóvenes, pero la mayoría creo que no llegarán ni a altos ni a viejos. Están tan mal podados como la inmensa mayoría de los de la ciudad.
Hay autores de libros de jardinería que opinan que los árboles no hay que podarlos. En ocasiones es, creo, por falta de una cultura de poda, pero puede ser válido como criterio general. Además es más barato. Se quitan las ramas hasta una altura en la que no molesten a vehículos ni a peatones y de ahí para arriba, se les deja su copa natural. Solamente se eliminan las ramas secas, para que un día de viento no abran el cráneo a nadie. Si se poda, hay que hacerlo todos los años, y si no, es mejor no podar, porque las ramas de más de un año son muy grandes y pueden dejar una herida que no cicatrice y pudra el tronco. Una vez vi la foto de un arbolito joven partido por la mitad; el autor del reportaje hablaba de la fuerza del viento, pero yo sabía que los árboles no suelen partirse por la mitad por mucho viento que haya. A veces no hay más remedio que podar una rama vieja. ¿Cómo hacerlo? Pues perpendicularmente al eje de la rama y sin pintar la herida. Si se poda, simplemente hay que hacerlo bien.
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