Prodi arremete ante Giscard contra el proyecto de Constitución europea
El presidente de la Comisión pide modificaciones en el documento
Romano Prodi, presidente de la Comisión, dio ayer la nota ante el pleno del Parlamento europeo, al arremeter contra el proyecto de Constitución europea presentado en la sesión por Valery Giscard D'Estaing, quien encabezó la Convención que redactó el texto. Prodi considera que el documento es "incompleto o insuficiente" y que hará de la Comisión un órgano "menos eficaz y creíble", por lo que ahora los Gobiernos deben introducir profundos cambios. Es lo contrario que piensa Giscard, con apoyo mayoritario de los eurodiputados. El político francés auguró "una crisis" en Europa si los Gobiernos buscan modificaciones importantes.
Prodi, quien ya ha protagonizado en el último año varios encontronazos al respecto con Giscard, considera que el proyecto consagra una pérdida de poder de la Comisión ante el Consejo y el Parlamento. Ayer afirmó que resulta "discriminatorio" que, de acuerdo con el proyecto, existan en el futuro 15 comisarios con cartera y derecho a voto y otras tantos "de segunda categoría".
"Cultura del bloqueo"
El presidente del Ejecutivo comunitario también criticó que el proyecto mantenga que materias claves como la fiscalidad deban aprobarse por unanimidad y no por mayoría, por lo que en sectores como ése seguirá vigente "la negativa cultura del bloqueo", del veto, más que "la búsqueda de aliados para lograr un objetivo común". Echó en falta igualmente Prodi un instrumento para coordinar las políticas presupuestarias nacionales.
El discurso del político italiano cayó como un jarro de agua fría cuando sólo falta un mes para que los líderes europeos abran en Roma, el próximo día 4, la Conferencia Intergubernamental (CIG) que revisará ese proyecto de Constitución. Prodi pidió a los representantes de los Gobiernos que no se limiten a firmar "un acta notarial" del texto sin cambios, sino que ejerzan su "responsabilidad política" y lo modifiquen.
Pero Prodi eligió mal el escenario para ese discurso porque se quedó prácticamente solo. Giscard le advirtió que se originará una crisis en Europa si los Gobiernos intentan introducir cambios importantes porque el proyecto es resultado de un consenso largamente elaborado. "Mejorar, sí; completar, sí; pero poner todo en cuestión, no", señaló, porque cambiar alguno de los aspectos institucionales clave "afectará a todo el edificio" del documento y romperá el difícil equilibrio conseguido.
Giscard comentó que la CIG tiene tres opciones: mejorar el texto ("poco probable", precisó), dar marcha atrás en algunos logros y dar paso a modificaciones profundas ("se pondrá en riesgo todo") o aceptar globalmente el documento. Los aplausos con los que el hemiciclo recibió este último comentario fueron el reflejo de las diferentes intervenciones de los dirigentes parlamentarios.
El líder del Partido Popular Europeo (PPE), el alemán Hans-Gert Poettering, apoyó el texto y sólo echó de menos una referencia al origen "cristiano" de la herencia europea, mientras el de los socialistas, el español Enrique Barón, se limitó a exigir que la Eurocámara ejerza un control sobre la CIG para que ésta no resuelva los problemas a puerta cerrada y a espaldas del Parlamento.
Como representantes del Gobierno de Italia, el país que este semestre preside la Unión, Gianfranco Fini y Franco Fratini, viceprimer ministro y ministro de Exteriores, respectivamente, también rechazaron la posibilidad de que la CIG introduzca cambios significativos en el proyecto constitucional.
Con sus críticas y peticiones de cambios sustanciales, Prodi se suma al grupo de 15 países pequeños y medianos que han exigido igualmente un reparto del poder que les resulte más favorable. El Gobierno español tampoco acepta la nueva fórmula para votar en el Consejo porque da mayor poder a los países más poblados de la Unión.
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