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GENTE

150.000 'fans' vibran con el arte de Barceló en Baleares

Más de 150.000 visitantes han acudido a ver las cuatro exposiciones de pintura, cerámica, escultura y dibujos consagradas este verano en Baleares al pintor Miquel Barceló (Felanitx, 1957), en la primera aproximación -un muestreo casi total- que se le dedica en su tierra, luego de triunfar en museos de París, Madrid, Barcelona, Roma, Tokio o Boston. Hay otro dato revelador: en el conjunto de España, Joan Tarrida, del Círculo de Lectores, anota que el club ha situado más de 25.000 ejemplares de la versión barcelonista de los tres libros de la Divina Comedia de Dante, de la que acaba de editarse la última parte, Paraíso, deslumbrante con las acuarelas, mapas y motivos.

Estas marcas de eco de público indican el calado que el ya clásico y rupturista artista ha alcanzado en su madurez, su peso en una época poco pictórica y el impacto emotivo que sus creaciones alcanzan entre la gente: al menos dos visitantes explicaron a EL PAÍS que salían con el vello erizado o llorando de la muestra de Palma. Tan sólo por la sala de grandes telas de los últimos 20 años de la Lonja gótica de Palma de Mallorca han pasado más de 126.000 personas. El viernes por la noche, Barceló cruzó Mallorca en coche y, de incógnito, mezclado entre los espectadores nocturnos, acudió a ver el montaje antológico, antes de su clausura, con sus amigos Gerard y Nicole, los patrones de la goleta Thopaga.

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Esta nave, llamada al ser botada Cala Tuent, trajinó cerdos, grano, contrabando y naranjas y ha surcado casi todo el globo. Es un barco majestuoso de líneas -de indudables ecos literarios- y cómodo al navegante: una joya real, uno de los dos últimos veleros mercantes insulares, de madera y de más de ochenta años, que se mantienen a flote y en su estado original, adecuados como barcos de recreo, histórico y sin folclor ni decorados.

Barceló lamenta que la ejemplar flota de goletas insulares fuese quemada y hundida en los años sesenta y setenta en un ejercicio de suicidio patrimonial insólito. El pintor, su mujer Cécile Franken y sus hijos Marcela y Quim han alquilado este verano durante dos semanas el bello velero para vivir de cerca todas las partes íntegras de Menorca, Mallorca, Ibiza y Formentera y además visitar sus exposiciones en familia.

Barceló empezó el verano con el estreno de sus decorados y vestuarios para la ópera El rapto del serrallo, frustrada en Aviñón por la huelga de trabajadores temporales. En otoño recibirá el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en Oviedo, y durante semanas controlará en Palma la instalación del gran mural-escultura friso de terracota de 300 metros cuadrados trabajado durante meses en Nápoles, un encargo de alcance histórico para vestir con nueva piel una capilla de la catedral de Palma. El Rey adquirió este año un barceló para su colección privada.

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