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Tribuna:LA POSGUERRA DE IRAK | El despliegue español
Tribuna
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Abandonar Bagdad

Ahora el veneno del terrorismo ha desgarrado el trabajo humanitario de Naciones Unidas. Podemos predecir que el presidente George W. Bush sigue estando decidido a hacer la guerra al terrorismo. Pero el atentado con bomba contra la misión iraquí de Naciones Unidas plantea preguntas políticas que exigen una respuesta. En lugar de reforzar su ocupación militar, Estados Unidos debería abandonar Irak y dejar que Naciones Unidas prosiga su misión.

A principios del siglo XX, los imperios podían suprimir a las poblaciones inquietas. Pero desde entonces, las ideologías nacionalistas y anticolonialistas, respaldadas por la alfabetización cada vez más extendida y la movilización política, han hecho que el imperialismo sea prácticamente imposible, especialmente en Oriente Próximo, donde el anticolonialismo se mezcla con el fundamentalismo religioso. Estados Unidos ha sido muy temerario al pensar que podía poner tropas en Irak sin un largo periodo de violencia y derramamiento de sangre.

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Los líderes de Estados Unidos -y muchos observadores- creen que Irak se estabilizaría si Estados Unidos logra establecer los servicios básicos, y quizá atrapar a Sadam Husein. El objetivo parece ser instalar un régimen dirigido por amigos del Pentágono, como Ahmed Chalabi, que a su vez invitaría a las tropas estadounidenses a permanecer más tiempo y otorgaría concesiones a las petroleras estadounidenses. Pero un régimen así jamás tendrá legitimidad y será objeto de asesinatos, desórdenes civiles y atentados terroristas. Al final, desperdiciará vidas humanas, como las de los valientes y dedicados trabajadores de Naciones Unidas, por no hablar de cientos de miles de millones de dólares.

Ahora muchos estadounidenses dicen que tanto si la guerra fue una buena idea como si no, Estados Unidos (y Naciones Unidas) debe mantener el orden para proteger su credibilidad. A nadie le gusta que le intimiden, y ningún estadounidense quiere que Estados Unidos se vea coaccionado por brutales matones con coches bomba.

Pero Estados Unidos no está en condiciones de pacificar Bagdad ni de proteger a Naciones Unidas y a otros que trabajan junto a un ejército de ocupación. Malaisia, un país musulmán moderado y estable, ha pedido con toda la razón a Estados Unidos que se marche. El ministro de Asuntos Exteriores, Syed Hamid, señaló inteligentemente que "la seguridad seguirá estando amenazada en Irak mientras no se aborde de una manera justa y equitativa el arraigado resentimiento de la gente contra la ocupación. Naciones Unidas no debería verse como juez y parte de la ocupación".

Incluso a estas alturas, en que los soldados estadounidenses son asesinados de manera habitual, Estados Unidos se resiste a darle mayor autoridad a Naciones Unidas, y más aún a sustituir a las tropas estadounidenses por fuerzas dirigidas por la ONU. Probablemente, el Gobierno de Bush calcula que unas pocas docenas de víctimas, o aunque sea unos centenares, valen la pena, teniendo en cuenta el gran premio: una presencia militar estadounidense que garantiza la disponibilidad de más de 100.000 millones de barriles de crudo, y a la vez está encima del vecino de al lado: Arabia Saudí.

Pero se demostrará que van muy descaminados. La inestabilidad seguirá reinando en Irak mientras las fuerzas estadounidenses permanezcan allí. La cooperación con Estados Unidos se irá convirtiendo progresivamente en una pega para los líderes políticos iraquíes que busquen un verdadero apoyo dentro de sus propias comunidades, mientras que los criminales y terroristas seguirán alimentándose de estos sentimientos hasta que no se satisfaga la exigencia de tener un Gobierno dirigido por iraquíes.

La invasión estadounidense de Irak ha sido un grave error. El destinar más soldados no hará sino empeorar las cosas. Lo que se necesita ahora es que las fuerzas estadounidenses se retiren rápidamente y sean sustituidas temporalmente por tropas dirigidas por Naciones Unidas, que devolverán el poder al pueblo iraquí.

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