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La juez aplaza el entierro de Sonia Carabantes para que los forenses busquen más pruebas

Los investigadores establecen que la joven de 17 años fue estrangulada con su camiseta

Ya ni siquiera lloran. Los padres de Sonia Carabantes, raptada y asesinada la madrugada del jueves 14 en Coín (Málaga), recibieron ayer con resignación la noticia de que su hija no será enterrada todavía. El alcalde, Gabriel Clavijo, se acercó a su casa para comunicarles la decisión de la juez y ellos le respondieron: "Lo que sea necesario". Clavijo, que los encontró agotados, hizo un llamamiento a la calma: "En el pueblo hay psicosis. Ya están circulando nombres y apellidos de los presuntos asesinos". Los investigadores saben que la joven de 17 años fue estrangulada con su propia camiseta. Mantienen el cerco sobre media docena de sospechosos. Pero descartan detenciones inminentes.

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Los agentes de la Guardia Civil vigilan y a la vez son vigilados por las cámaras de televisión apostadas día y noche frente al cuartelillo. Cada movimiento de los guardias -tenga o no que ver con el caso- es interpretado como una señal de que algo va a ocurrir. Sin embargo, los jefes de la investigación garantizaron ayer que no tienen pensado practicar detenciones a corto plazo. Y aunque el alcalde, el socialista Gabriel Clavijo, se confiesa muy preocupado por la tensión creciente que esta situación está generando en el pueblo, los investigadores esperan sacar provecho de ella.

Los sospechosos, sabiendo que lo son, pueden rendirse y confesar. O bien dar un paso en falso, mostrarse nerviosos, intentar huir. La Guardia Civil tiene razonablemente claro cómo ocurrieron los hechos y también quiénes pudieron cometerlos. Lo que les falta es una prueba definitiva que una los dos extremos. "Y hasta que no lo tengamos perfectamente atado", promete un oficial, "no actuaremos".

El alcalde admitió ayer que Coín, un pueblo de 20.000 habitantes donde casi nunca pasa nada, se debate estos días entre la indignación y el miedo. "Hay una sensación", explicó Clavijo, "de que todo el pueblo se tiene que vigilar a sí mismo. La situación se está desbordando y por eso yo pido mesura. Se están dando nombres y apellidos falsos y eso es muy peligroso".

Sin sepultura

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El hecho de que el cuerpo de Sonia no vaya a ser entregado todavía a sus padres para que le den sepultura indica además que los investigadores aún esperan encontrar más pistas. Todavía no han recibido el resultado de los análisis de huellas, fibras y tejidos recogidos junto al cadáver, así como las muestras de sus órganos genitales enviadas a Madrid para averiguar si la muchacha fue violada.

La Guardia Civil también mandó analizar un buen número de colillas y envases de plástico encontrados cerca de Sonia. "Yo soy el primer interesado", declaró ayer el alcalde tras hablar con los padres de la joven, "en que aparezcan los nombres de los autores para que vuelva la tranquilidad al pueblo, pero es muy peligroso precipitarse".

Gabriel Clavijo se mostró "sorprendido" por la decisión de la juez Belén Pérez Fuentes de aplazar el entierro, sobre todo teniendo en cuenta que los forenses de Málaga anunciaron el miércoles que ya habían obtenido datos concluyentes. "La juez ha dado un plazo máximo de un mes. Los padres de Sonia", dijo el alcalde, "quieren que esto acabe cuanto antes".

Sedados, sin lágrimas ya después de nueve días de infierno, la impresión que provocan Encarna Guzmán y José María Carabantes, los padres de la muchacha, es la del desamparo absoluto. Sentados en la puerta de su casa, la penúltima de una calle sin salida, reciben el pésame de sus vecinos y las visitas del alcalde. Soportan sin un mal gesto la inevitablemente incómoda presencia permanente de los periodistas. Por si fuera poco, sus dos hijos mayores, José María y Antonio, regresarán hoy a Lucerna (Suiza), donde se criaron y ahora trabajan como lo hizo su padre durante más de 30 años.

El alcalde, en sus frecuentes visitas, les va informando del resultado de las investigaciones y ellos lo escuchan con una entereza que al regidor no deja de sorprenderle. Encarna y José María tuvieron desde el principio datos que indicaban lo peor. De hecho, fue la madre quien encontró la sangre de su hija en el asfalto de su propia calle; el teléfono móvil destrozado, un zapato, el bolso... Y, sin embargo, nunca hasta que fue inevitable aceptaron la desgracia. "Que nos la traigan", decía su madre al tercer día de su desaparición, "que la dejen de noche en cualquier sitio, en el ambulatorio, en un hospital o en la puerta de alguien para que cuando salga la vea...; pero que dejen algo". "Y si está muerta", se resignaba el padre, "la recogeremos para darle sepultura".

Hasta eso tendrá que esperar. Ayer llegaron a Coín las primeras coronas de flores para un entierro que nadie sabe cuándo se celebrará.

Los falsos amigos de toda la vida

Sucede en cada crimen. Como por arte de magia, y siempre muy cerca de donde se sitúan las cámaras de televisión, aparecen testigos excepcionales de los hechos, amigos de la víctima o del asesino, personas que presintieron lo que iba a suceder o que juran a los cuatro vientos su ánimo de venganza. Aquí también.

Todo el mundo pudo ver por televisión el pasado martes a una mujer de unos 30 años, vestida de blanco, que lloraba desconsoladamente mientras intentaba saltarse el cordón de seguridad para ver el cadáver. "Yo estuve ayer con ella, soy su mejor amiga, ayer estuve con ella...". Todo falso. Nadie sabe por qué aquella mujer -antigua secretaria de un político de Marbella- buscó con tanto ahínco el foco de las cámaras, pero lo cierto es que nunca conoció a Sonia ni compartió con ella los últimos minutos de su vida.

Los vecinos de Coín -como antes, en otros lugares, otros vecinos- han contemplado por televisión a personas que no conocían de nada y que de pronto se erigían en protagonistas de la pena. El por qué no se sabe. Pero lo cierto es que, además del estupor que provocan, pueden llegar a hacer mucho daño. El alcalde, Gabriel Clavijo, alertó ayer sobre la confusión que siembran estos testimonios y pidió a los medios de comunicación que sean más cuidadosos al seleccionar sus fuentes.

Sobre todo si, además de lamentarse, el falso amigo o el testigo improbable señalan a alguien como culpable. "En los últimos días", explicó el alcalde, "han salido por televisión dos muchachos asegurando que pertenecían al círculo de amigos de Sonia cuando no es cierto".

Ayer mismo, y a escasos metros de los padres de la joven asesinada, apareció un hombre asegurando con tono misterioso que él sabía quiénes eran los asesinos. No hacía falta ser un lince para darse cuenta de su desequilibrio y sus copas de más. Aun así, su voz consiguió triunfar en algunos informativos del mediodía.

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