Emociones estivales
En los últimos años, Marbella viene ofreciendo nuevas atracciones todos los veranos. Ya no basta con la caza al famoso que, cámara digital en mano, los turistas emprenden cada tarde en Puerto Banús. Rappel o Terelu ya no son las piezas más preciadas. Los espectáculos gratuitos ofrecidos en los últimos meses de agosto ponen -como diría un periodista deportivo- el listón bien alto.
Fue en un mes de agosto cuando Jesús Gil convocó un pleno de medianoche para aprobar unilateralmente el Plan General de Ordenación Urbana y llenó la ciudad de carteles -afortunadamente, sólo escritos en español- en los que se rebelaba a la vez contra la Junta y contra la sintaxis.
Fue, también, en un mes de agosto cuando robaron en los juzgados marbellíes un montón de sumarios que totalizaban unos 50.000 folios y que tenían algo en común: en todos ellos se inculpaba a Jesús Gil. Un funcionario judicial se suicidó y el asunto fue archivado.
Este mes de agosto Marbella ha ocupado más espacio que nunca en los telediarios. Y no sólo -no nos engañemos- por la crisis municipal, sino porque esta ciudad es ya uno de los más ricos viveros de freaks televisivos. Marbella ya no es sólo el lugar en el que pasan el mes de agosto los más asiduos monstruos que pueblan los programas de televisión basura: la política marbellí está creando personajes capaces de hacer sombra a la bruja Lola o al mismísimo Pocholo, quien, por cierto, fue en su infancia vecino de este pueblo. (¿Será el agua la causante de este fenómeno? Por si acaso, mi familia y yo sólo bebemos agua embotellada).
En los últimos tiempos, Julián Muñoz e Isabel García Marcos se han revelado como monstruos capaces de condenar al paro a las sucesivas camadas de participantes en Gran Hermano. El hambre de cámara de la ex socialista es tal que se deja ver en cualquier lugar en el que se concentre un puñado de reporteros.
Se apareció en la Audiencia de Málaga cuando Jesús Gil y Julián Muñoz acudieron a explicar las acusaciones que se habían cruzado en un programa de televisión. A comienzos de esta semana, y como quien no quiere la cosa, Isabel García Marcos trató de cruzar con su coche la manifestación de partidarios de Julián Muñoz que pedía la disolución del Ayuntamiento. García Marcos -que ha logrado su fama encajando los insultos de Jesús Gil- recibió impasible las lindezas de los manifestantes y el zarandeo de su lujoso Audi. Gracias a esta inesperada irrupción consiguió ser la imagen de la manifestación y desplazar a su principal rival, que no es ni la Yagüe, ni Julián Muñoz, ni Carlos Fernández, ni el mismísimo Gil, sino Isabel Pantoja.
El espectáculo continúa. Cualquier sorpresa es posible: si los políticos marbellíes han logrado transformarse en freaks televisivos, no hay que descartar que Isabel Pantoja pueda convertirse en la próxima alcaldesa, una vez que Julián Muñoz sea inhabilitado.
Su primera misión política -pedir a Zarrías que los programas rosas de Canal Sur se olviden de ella- ha tenido un gran éxito. Si no cuajara su candidatura a la alcaldía siempre le quedará la posibilidad de presidir el Consejo andaluz del Audiovisual. Es sólo cuestión de tiempo.
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