El PP impide que Aznar explique en el Congreso la situación de las tropas en Irak
Rajoy admite que los soldados españoles desplazados "corren cierto riesgo"
La mayoría absoluta del PP, con el apoyo de Coalición Canaria, evitó ayer la comparecencia del jefe del Gobierno, José María Aznar, en un pleno extraordinario del Congreso para informar sobre la situación de Irak y el papel de España en la posguerra de dicho país. El portavoz del PP, Gustavo Arístegui, rechazó la comparecencia con la pretensión de "enfriar" el debate sobre la presencia española en Irak. Sin embargo, poco después, y tras conocer el atentado contra la ONU en Bagdad, el vicepresidente primero, Mariano Rajoy, se veía obligado a admitir que los soldados españoles corren "cierto riesgo", si bien justificó su presencia por ser "muy importante para la seguridad mundial".
El portavoz socialista, Jesús Caldera, abrió el fuego en la sesión de la Diputación Permanente del Congreso con una frase contundente, que el desarrollo de la jornada hizo premonitoria: "La situación en Irak cada vez es más grave y, como todo el mundo puede ver, va a peor. Le fue fácil a Estados Unidos ganar la guerra, pero conseguir la paz y la reconstrucción del país parece una empresa imposible".
Reclamó el regreso de los militares españoles ya desplazados, con el argumento de que están en Irak "en calidad de fuerzas de ocupación, sin la cobertura de una resolución o de una misión de la ONU, con riesgos crecientes de ataques de la resistencia y con la creciente hostilidad de la población, y sin contar con la opinión de esta Cámara".
Caldera criticó al Gobierno por negar ahora que basó su apoyo a la guerra en informes de Estados Unidos y Gran Bretaña, hoy cuestionados, que aseguraban que Sadam Husein disponía de armas de destrucción masiva. A modo de prueba recordó una intervención de la ministra de Exteriores, Ana Palacio, el 5 de febrero, según la cual la posición intervencionista de España no se basaba
en informes de los inspectores de la ONU, sino del secretario de Estado estadounidense.
Tanto Caldera como el coordinador de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, exigieron una "modificación a fondo de la situación" en Irak, con la retirada del Ejército de EE UU y de las tropas españolas; su sustitución por una fuerza multinacional, con participación de países árabes, capitaneada por la ONU y la celebración de unas elecciones libres. Rubricaron estas exigencias con una última -la comparecencia urgente de Aznar ante el Congreso para que se explique-, que consideraron sobradamente justificada, pese a las vacaciones.
Los nacionalistas apoyaron las peticiones de PSOE e IU de comparecencia de Aznar. "Ya debía haber comparecido para explicar el envío de tropas españolas", dijo Ramón Companys, de CiU, quien también reclamó la presencia del director del CNI, Jorge Dezcallar.
Iñaki Anasagasti, del PNV, optó por la ironía. No se dirigió al PP sino a Caldera, al que calificó de "ingenuo" por pretender que Aznar suspenda sus vacaciones para acudir al Congreso a dar explicaciones sobre la presencia española en Irak. "Otra cosa es que el tema de debate fuera Euskadi. Ya verán cómo en sus próximas intervenciones nos hablará de Euskadi y de la Asamblea de Madrid", ironizó el portavoz del PNV.
El portavoz del PP, Gustavo Arístegui, optó por una respuesta de perfil bajo y por rehuir la polémica, para justificar la improcedencia de la comparecencia de Aznar que reclamaba la oposición. En tono conciliador, dijo que la situación internacional evoluciona hacia la reconstrucción de la unidad diplomática y vaticinó que al final aparecerán las armas de destrucción masiva. Arístegui insistió en que el compromiso del Gobierno español en Irak se guió por las resoluciones de la ONU y los informes de sus inspectores, y no por los procedentes de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Esta intervención originó el ataque más duro que ayer se escuchó en el Congreso, que procedió de Anasagasti: "Usted representa lo que aborrezco, la mentira y el ventajismo político. Se me hace muy duro tener que convivir con usted. Dudo que usted sea demócrata".
Arístegui, a su vez, calificó a Anasagasti de "maestro de la tergiversación" y "manipulador". Para defender su ascendencia democrática recurrió a su abuelo, del que dijo que fue embajador de la República y llamaba a Franco "el pequeño general".
Una vez conocido el atentado contra la ONU en Bagdad, Rajoy justificó la presencia española en Irak "por petición de la ONU para garantizar la seguridad y evitar el pillaje". Recordó que el compromiso español en Irak es de seis meses, prorrogables.
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