La OTAN toma el mando de la fuerza internacional de seguridad en Afganistán
Unos 5.000 soldados integran la primera misión que la Alianza emprende fuera de Europa
Blindados dispuestos en medio de las calles para filtrar a los vehículos y la mitad de la ciudad cerrada al tráfico: la OTAN entró en el escenario afgano bajo extrema vigilancia ayer al tomar en Kabul el mando de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF). Para su primera salida fuera de su área de defensa europea, la Alianza Atlántica sucede a tres de sus miembros, Reino Unido, Turquía y Alemania, que han asegurado, desde diciembre de 2001 y por rotaciones de seis meses, el mando de esta fuerza de 5.000 hombres provenientes de 31 países y creada por una resolución de la ONU.
Entre los afganos, autoridades o gente común, la llegada de la OTAN ha creado esperanzas exageradas de ver a la ISAF ampliar su misión fuera de Kabul para frenar la inseguridad. De momento, la cuestión es prematura, dejó entender Mark Layti, el portavoz de la Alianza: "Nuestra prioridad es instalarnos y hacer nuestro trabajo antes de pensar en extenderlo. No cambiamos la ISAF; tenemos la misma misión, el mismo mandato, las mismas siglas". Las presiones, sin embargo, podrían aumentar con vista a las elecciones generales previstas para otoño de 2004. La consulta requerirá una enorme labor de preparación que movilizará a miles de agentes de la ONU.
Naciones Unidas y el Gobierno afgano reclaman la extensión de la misión de la ISAF. Un millar de mujeres se manifestaron el domingo en un parque en Kabul para pedir "una presencia de tropas internacionales en todo el país y el desarme de las milicias".
En un comunicado, la coordinadora de las agencias humanitarias presentes en Afganistán, Acbar, afirmó que la ampliación de la misión de la ISAF "es un asunto urgente". "Pese a las promesas, la comunidad internacional no se ha involucrado en Afganistán de la misma manera que en otras situaciones de posconflicto", afirma Acbar, que subraya: "En la Bosnia de posguerra, la OTAN envió a un soldado por cada 65 bosnios; en Kosovo, uno por cada 68 kosovares; en Afganistán, un soldado por cada 5.555 afganos". Esta desproporción también existe en materia de ayuda a la reconstrucción.
El deterioro de la seguridad es ahora la primera preocupación de la ONU y de las agencias humanitarias, cuyo trabajo en algunas regiones se ha vuelto imposible. La ONU ordenó el pasado domingo a sus agentes que no viajaran a ciertas partes de las provincias de Kandahar y Helmand y en las provincias de Zabul y Uruzgan, después de tres incidentes atribuidos a los talibanes. Esta región del sur, de mayoría pastún, era el feudo de esa milicia radical. Tras el asesinato, en marzo, de un miembro del Comité Internacional de la Cruz Roja en la región, las agencias humanitarias ya habían reducido su presencia. Los pastunes, que ya se sienten políticamente frustrados, podrían así perder toda ayuda mientras su región está también afectada por las operaciones militares de las tropas estadounidenses.
En el norte, los conflictos entre jefes militares causan cada día víctimas entre la población civil. En Kabul,los robos a mano armada se multiplican, y los cometen en la mayoría de los casos hombres de uniforme. Algunos de ellos ni siquiera se cubren el rostro.
© Le Monde / EL PAÍS
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