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Reportaje:

Una pequeña joya del románico entre bloques de pisos

El Ayuntamiento de L'Hospitalet restaura la ermita del barrio de Bellvitge

Entre los altos bloques de pisos del barrio obrero de Bellvitge, en L'Hospitalet de Llobregat, se esconde una pequeña joya del románico. La ermita de Bellvitge, del siglo XIII, fue la que dio nombre a esta zona de la ciudad mucho antes de que se levantaran los bloques de pisos que la caracterizan. Los vecinos del barrio encuentran un signo de identidad en la ermita, que pese a estar incluida en el Plan Especial de Protección de Patrimonio de la ciudad, estaba muy degradada y requería una urgente intervención. Tras tres años en estado de abandono, el Ayuntamiento de L'Hospitalet y el arzobispado de Barcelona, propietario del templo, han iniciado su restauración bajo la mirada atenta de los vecinos, que observan con celo qué se hace con su querida ermita.

La ermita perdió su encanto atrapada en la cotidianidad de un barrio obrero

En las décadas de 1950 y 1960 la ermita se erigía en medio del campo. Desde lejos se reconocía su hermosa figura y muchos hospitalenses la escogieron como el lugar para celebrar bodas y bautizos. "Se encontraba en una zona bucólica", explica el responsable del área de Patrimonio del Ayuntamiento, Josep Maria Solías. A principios de la década de 1970, con la llegada masiva de inmigrantes, se empezaron a levantar los grandes bloques de pisos que rodean la antigua construcción hasta prácticamente engullirla. La pequeña ermita se convirtió entonces en la parroquia del nuevo barrio. Perdió lenta pero progresivamente su encanto, atrapada en las largas y duras jornadas de un barrio obrero, pero en su interior escondía verdaderos tesoros de la historia.

En diversas prospecciones arqueológicas se ha hallado un cementerio medieval y cerámicas de la segunda mitad del siglo X y del siglo XI. Su historia permite viajar a través del tiempo hasta la Alta Edad Media. El cementerio, con nueve tumbas, se encontraba junto a una iglesia, en una finca llamada Mas Malvitge. El nombre apareció por primera vez en 1057 en un documento sobre un traspaso de propiedad.

Aunque la ermita tuvo su origen en una iglesia privada, era utilizada por los habitantes de la zona del delta del Llobregat. Entre ellos, se conoce la existencia de Arsenda Benvitge, cuyo apellido hace referencia a la masía. En un testamento de 1279 se nombra por primera vez la actual ermita, con el nombre de Santa Maria de Benvitge, y en 1283 se la cita como Belvitge.

La naturaleza no respetó la pequeña ermita y las continuas inundaciones y riadas del Llobregat la fueron enterrando. Una de las profundas intervenciones para recuperarla se realizó en 1718 , cuando el templo adquirió un aspecto parecido al actual. La edificación tiene una sola nave, con un ábside de planta cuadrada y un pequeño campanario con corona piramidal. La fachada, de perfil barroco, tiene un portal con dintel trabajado. La casa adyacente para albergar al ermitaño fue sustituida por un porche en otra restauración de 1959.

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Su progresiva degradación llevó a los vecinos del barrio a organizar actos para reivindicar la recuperación de la ermita, hasta lograr que el Ayuntamiento y el arzobispado asumieran la restauración, que tiene un coste de 150.00 euros y paga el municipio a cambio de la cesión por parte de la Iglesia de los terrenos colindantes, que serán destinados a zona verde.

La empresa Vila-Reyes es la encargada de la rehabilitación de la ermita bajo la supervisión del director de obra, el arquitecto del arzobispado Antoni Company. "Recuperaremos el edificio tal como era antiguamente, limpiándolo de las reformas que ha sufrido a lo largo de la historia", explica Company. Se prevé que las obras estén terminadas en octubre.

La hermana mayor

La ermita de Bellvitge es una de las muestras de arte románico más importantes que se conservan en L'Hospitalet de Llobregat. La otra es la ermita de Santa Eulàlia de Provençana, del año 1101, la más antigua de la ciudad. La iglesia de Santa Eulàlia, en la calle del centro de la ciudad que recibe el mismo nombre, aparentemente ha corrido mejor suerte que su hermana menor, la de Bellvitge. Si ésta era una ermita rural, la de Santa Eulàlia, la hermana mayor, se consagró como lugar principal de culto de gran parte de los hospitalenses.

La iglesia, de tres naves, carece del ábside original. Sin embargo, la portada conserva las arquivoltas y el tímpano primitivos, de 1201. De las columnas sólo perduran los capiteles, ya que los fustes han sido sustituidos por tubos de uralita. La última gran intervención se realizó en 1970 y fue "muy adecuada", a juicio del responsable de Patrimonio del Ayuntamiento de L'Hospitalet, Josep Maria Solías. Pese a su antigüedad, su interés histórico perdió valor tras quedar dañada por la edificación de una iglesia nueva adosada a la construcción románica. La ermita figura entre los 110 edificios protegidos de la ciudad.

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