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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK | El papel de los aliados

Japón vuelve a empuñar las armas

Tokio se suma a la estrategia militar de EE UU y envía tropas a Irak en su primera acción exterior sin mandato de la ONU

Después de casi 60 años de pacifismo, la clase política japonesa está decidida a involucrarse en la defensa de los intereses de Occidente no sólo económicamente, sino también militarmente. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, 1.000 miembros de las Fuerzas de Defensa de Japón, sin un mandato de la ONU, saldrán de su país para colocarse al lado del Ejército de Estados Unidos y ayudar en la reconstrucción de Irak. "Somos un país cojo y la mayoría queremos ser un país normal", declara el embajador de Japón en Madrid, Katsuyuki Tanaka, al constatar que la segunda potencia económica del mundo no tiene un Ejército regular.

La traumática experiencia de sufrir un ataque nuclear llevó a Tokio a renunciar a la guerra en su Constitución de 1947, pero los tiempos han cambiado y el no tener derecho a la defensa colectiva "ha quedado anticuado". "El terrorismo es un mal que nos afecta a todos", afirma el representante diplomático.

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La "guerra contra el terror" que promueve Washington y el miedo desatado por la posibilidad de que Corea del Norte tenga la bomba atómica han sido definitivos para los dos importantes pasos dados por Tokio hacia su militarización en poco más de un mes.

El primero, adoptado al principio de junio por aplastante mayoría del Parlamento, fue una disposición que permite al Imperio del Sol Naciente defenderse en caso de un ataque exterior contra su territorio. El segundo, el envío de 1.000 efectivos a Irak, que ha levantado ampollas entre los pacifistas tradicionales y dividido al Parlamento y a la opinión pública japonesa, fue aprobado la semana pasada con las limitaciones de que se desplieguen en zonas donde no haya combates; de que su misión sea sólo de apoyo logístico, como transporte y reconstrucción de la infraestructura, y de que sólo disparen después de que hayan abierto fuego contra ellos.

La oposición de izquierda considera que lo que EE UU llama "guerra preventiva" no es otra cosa que una "agresión", y critica duramente el "alineamiento incondicional" de Junichiro Koizumi con el presidente George Bush. Este primer ministro es, sin embargo, el dirigente más popular que ha tenido Japón en las dos últimas décadas y defiende como suya la premisa de Bush de que ha llegado el momento de que Tokio comparta la carga de la defensa colectiva de Occidente, no sólo con dinero sino también de forma práctica.

El entendimiento entre ambos dirigentes se extiende hasta tal nivel que Japón ha sido bautizado como la Gran Bretaña del Pacífico. De ahí que, sin apenas dejar margen de protesta a la oposición, Tokio puso fin, el 30 de junio, a casi tres años de negociaciones para la explotación del campo petrolífero iraní de Azadegan. A cambio, EE UU ha facilitado la firma por Mitsubishi de un acuerdo para la adquisición de 40.000 barriles diarios de petróleo iraquí.

Desde que en 1952 Japón dejó de ser un país ocupado por EE UU, el artículo 9 de la Constitución por el que se renuncia a la guerra es reinterpretado una y otra vez para abarcar con más amplitud la defensa del país. Así, Japón oficialmente no tiene Ejército, pero cuenta con Fuerzas de Autodefensa de tierra, mar y aire, que tienen 240.000 miembros. Tampoco tiene un presupuesto militar, pero el de defensa es, por su volumen, el tercero del mundo, lo que permite dotar a los tres cuerpos de las Fuerzas de Autodefensa con el equipamiento más sofisticado.

Durante la guerra de Corea (1950-1953), Japón se mantuvo al margen, pero sirvió de retaguardia a las fuerzas aliadas. En la ofensiva de EE UU contra Vietnam ofreció un apoyo logístico. En la primera guerra del Golfo contribuyó con un generoso cheque, y desde 1992 ha enviado efectivos para misiones de paz de la ONU en Camboya, Mozambique y Timor Este.

La reinterpretación del artículo 9 exige una ley por cada paso que se da en la ampliación de la defensa de Japón, lo que tensa extremadamente -como en el caso del envío de tropas a Irak- las relaciones del Gobierno con la oposición. De ahí que, según los expertos, todo apunta a que Koizumi, que en septiembre se presenta a las primarias del Partido Liberal Democrático (PLD) con la mirada puesta en las generales de 2004, se embarcará en la elaboración de una ley global de defensa que, de una vez por todas, permita a Japón cumplir con la "defensa colectiva" de Occidente como le exige EE UU.

"No lo vemos como una imposición de Washington. Japón es una potencia económica y no parece lógico que EE UU esté obligado a defender a Japón y no al contrario", señala Katsuyuki Tanaka.

A pesar de ello, Tanaka considera que "todavía se necesita tiempo" para cambiar la Constitución, y considera "prematuras" las voces que argumentan que Japón debe dotarse de más misiles, porque ello significa un cambio cualitativo desde una estrategia defensiva a ofensiva. "Hay una especie de alergia psicológica a la posibilidad de que Japón se involucre en una guerra", sostiene.

En este sentido se descarta también el que Japón se dote de armas nucleares como respuesta a la eventual entrada de Corea del Norte en el club atómico. Japón quiere tener un Ejercito normal, pero sigue en contra de la disuasión nuclear.

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