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Columna
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A toda leche

A las doce, sonaron las sirenas de la ambulancia y de los motoristas que le abrían paso, entre la gente. El sobresalto ocasionó más de una lipotimia, atendida por los de la Cruz Roja, en la espléndida playa. Por unos instantes, flotadores y motos acuáticas se mecieron al compás de las olas, y un jugador de mus se quedó con el naipe en alto, y masculló: "Algún pez gordo". Otro de ellos, apuró un trago de cerveza: "Iba a toda leche y con escolta, ya me dirás". Pero de inmediato, se reanudaron zambullidas y filigranas de arena, espuma y pechos femeninos al raso. En la ambulancia, médicos y sanitarios prepararon al enfermo: oxígeno, goteros y vías en vena. "Parece un infarto", cuchicheó uno de ellos. El enfermo era un hombre corpulento y risueño, que los observaba con indiferencia. En voz baja, pero firme, dijo: "Gracias, hijos, pero ya no me queda corazón, y a estas alturas de la vida, qué importa". Uno de los médicos no pudo ocultar unas discretas lágrimas. Minutos después, la ambulancia se detuvo en la clínica privada y al enfermo lo trasladaban al quirófano. Entre tanto, el alcalde de la ciudad se dirigía a la clínica, con el móvil derretido. Cuando llegó, lo esperaban dos subsecretarios, un director general y el presidente de los empresarios. No tardaron más en comparecer el prestigioso cirujano y su equipo, que dispusieron una intervención, a corazón abierto. Horas después, salieron empapados de sudor y abatidos: "Es absolutamente imposible. No hay quien se lo abra". Las autoridades se reunieron con los doctores, y decidieron recurrir a un maestro cerrajero. Tan inútilmente, como el especialista en cajas fuertes, esposado y entre dos guardias. Salió desesperado, igual que los cirujanos y el cerrajero, y como habrían de salir los hombres del martillo neumático: "Más invulnerable que una cámara acorazada". En el quirófano, el enfermo, financiero y propietario de toda la playa, se aburría. A voces, ordenó al alcalde que le prepararan su jet. Cuando abandonó el quirófano, ni se fijó en las autoridades, pero parecía un tipo indemne y muy feliz.

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