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Entrevista:HASSAN HUSSEIN IDRISS | Director del Servicio de Antigüedades de Sudán

"Tenemos muchas pirámides pero no momias, lo siento"

Jacinto Antón

Para dar una idea de la riqueza patrimonial de Sudán basta con señalar que tiene más pirámides que su vecino Egipto. Más del doble: 225, sin contar las más pequeñitas, según anota Hassan Hussein Idriss (Zuma, 1951), director del Servicio de Antigüedades sudanés, que ha visitado Barcelona con motivo de la sensacional exposición sobre los reinos de la antigua Nubia (Caixaforum, hasta el 24 de agosto y a partir del 27 de septiembre en Madrid), que incluye precisamente la recreación escenográfica de una pirámide meroítica. Muchas pirámides, pues, pero, ¡ay!, ninguna momia. "No, no tenemos, lo siento", deplora Idriss, "no sabemos por qué, seguramente porque han sido robadas o destruidas, pero lo cierto es que no han aparecido, no tenemos prácticamente ningún cuerpo momificado completo para exhibir; nos salen a trozos, y así no sabemos si la momificación se produjo simplemente por causas naturales".

"Nos queda mucho por investigar, hemos empezado bastante más tarde que Egipto"

Una excepción sería la momia de la que se incautó recientemente la policía sudanesa en Jartum cuando trataba de vendérsela por la friolera de medio millón de dólares un traficante de antigüedades a un agente camuflado. El saqueador de tumbas aseguraba que el cuerpo embalsamado -con pericia- lo habían desenterrado en la necrópolis de Nuri y era el de un miembro de la familia del rey Taharka, pero los especialistas no están seguros. Lo cierto es que la ausencia de momias en Sudán es todo un misterio. Se sabe que la realeza y las élites de la nobleza se embalsamaron al estilo egipcio en diferentes periodos de la historia de los reinos de Kush (la antigua Nubia), e incluso la exposición en Barcelona exhibe testimonios de esa práctica hallados en las sepulturas como vasos canopos (donde se introducían las vísceras del momificado), pero las momias nadie sabe dónde han ido a parar.

"Tenemos mucho que investigar y averiguar todavía, piense que hemos empezado mucho después que en Egipto, en el que la arqueología comenzó 50 años antes de que existiera el Sudán independiente", dice Idriss. "Durante años nos ha faltado de todo, dinero, arqueólogos, equipo, y todavía hoy contamos prioritariamente con la colaboración extranjera, España incluida, para poder abarcar todos los yacimientos".

"Sudán es un país con una diversidad inmensa de patrimonio cultural: restos prehistóricos, predinásticos, faraónicos, meroíticos, cristianos, árabes... Estamos elaborando un mapa arqueológico de Sudán y damos preferencia al trabajo en zonas donde hay peligro para los monumentos y yacimientos como en el de la nueva presa de Merowe (Hamadab), en la cuarta catarata". Idriss cita también entre las prioridades la conservación de los edificios de Suakim, el célebre puerto del mar Rojo, antes del predominio de Port Sudán, o la del palacio del Mahdi, en Jartum. Idriss afirma que, al margen de las prioridades, su departamento considera todos los lugares arqueológicos igualmente importantes, independientemente de la cultura que los produjo y de cuál fuera su religión.

Sudán conjura en la retina occidental imágenes de aridez extrema, parajes inhóspitos y peligros sin cuento, influencia sin duda de una complicada realidad y de una historia colonial que se esencializa en filmes como Las cuatro plumas. Idriss lucha contra esa imagen: "Sudán es muy seguro, sobre todo los lugares turísticos y arqueológicos. La gente disfruta mucho visitando nuestras ruinas, Meroe, Nuri, Napata, El Kurru, Djebel Barkal, la antigua Dongola y otros atractivos del país como los parques nacionales, donde pueden ver animales salvajes".

Las pirámides, cuya construcción inició en El Kurru, a imitación de las de Egipto, el rey Piye (o Piankhy), gran amante de los caballos y fundador de la dinastía XXV egipcia, la de los faraones negros, constituyen uno de los tesoros patrimoniales de Sudán. Son más modernas que las de Egipto (comenzaron a construirse 800 años después de que la última pirámide real se levantara en el vecino del norte), presentan una pendiente muy acentuada y sus dimensiones son mucho más reducidas: las más altas, en Nuri, como la de Taharka, miden 40 o 50 metros, y en Meroe llegan a los 30 metros, mientras que las pequeñas no pasan de 10 metros. Un célebre reventador de las pirámides sudanesas fue Giuseppe Ferlini, que desenterró el tesoro de la reina Amanishakto. "Hay muchos objetos nuestros fuera del país", lamenta Idriss, "pero la mayoría salieron cuando Sudán era una colonia y no tenemos base jurídica para reclamar. El Gobierno nos ha pedido que investiguemos todas las colecciones sudanesas en el extranjero y hagamos un informe. Espero que en algún caso tengamos éxito, pero ya ve cómo están aún los griegos con los frisos del Partenón".

Idriss señala que el turismo está creciendo en Sudán. "Eso nos anima a preservar y restaurar. Tenemos muchos proyectos de nuevos museos en las áreas arqueológicas. Nuestro objetivo es conseguir que el turista que viaja a Egipto continúe hacia el sur. La gente que ha hecho varios viajes a Egipto tiene ganas de ver cosas diferentes, y nosotros se las podemos ofrecer".

Hassan Hussein Idriss, responsable de antigüedades de Sudán.
Hassan Hussein Idriss, responsable de antigüedades de Sudán.J. GUERRERO
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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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