La barbarie de ETA
Casi pensaba callarme ante los últimos atentados de ETA en Benidorm y Alicante. Al fin y al cabo, ¿qué supone una voz más o menos en la condena de la barbarie? Y, además, ¡hay tantas voces de peso a las que podrían atender y no lo hacen! Y, sin embargo, hay algo de ingenuidad irrenunciable en cada condena: el deseo de decir al corazón del terrorista, y esperar como un milagro que nos escuche, "no en nuestro nombre, no con nuestro silencio cómplice, no para nuestro provecho, no por nuestras convicciones".
Inducen a algunos jóvenes para que extiendan el terror, mientras ellos se dedican a la ingeniería estratégica del movimiento popular. ¡Cómo me duele este cinismo en la pedagogía política de la viejos simpatizantes de ETA!
Y su pueblo, la mayoría de este pueblo, hace mucho tiempo que sabe de su fracaso. Reniega de sus actos, maldice su barbarie, y todavía espera el milagro de su vuelta a la ciudad como hombres y mujeres de bien.
Esto es lo que yo espero, deseo y exijo.
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