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El paro de funcionarios no logra frenar la reforma de Lula

La policía interviene en el Congreso de Brasil para evitar una protesta de empleados

Juan Arias

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva obtuvo una primera victoria en la noche del miércoles al aprobar una comisión parlamentaria el polémico proyecto de reforma del sistema brasileño de Seguridad Social. El clima de descontento entre los funcionarios, principales perjudicados por la reforma, provocó la intervención de la policía militar en el Congreso para impedir la entrada de un grupo de manifestantes. No es el único problema al que se enfrenta Lula.

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La muerte a tiros de Luiz Antonio Costa, fotógrafo de la revista Época, de 36 años, en el campamento del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo; la entrada en el Congreso, por primera vez en la democracia, de la tropa de choque de la policía militar contra un grupo de manifestantes; la huelga anunciada para agosto de jueces y magistrados contra la reforma de la Seguridad Social, que se sumaría a una huelga indefinida de gran parte de los funcionarios que ya alcanza su decimosexto día, y que cuenta con la adhesión de unas 450.000 personas; el aumento del paro, que alcanzó una cifra récord del 13% en junio, y el de la violencia en las grandes ciudades; todo indica que la luna de miel de Lulinha paz y amor está llegando a su fin, y que se acerca la hora de la verdad.

El Gobierno está preocupado, consciente de que las reformas presentadas tocan privilegios muy antiguos, y que es muy fácil atizar el fuego, en varios frentes, de la desestabilización política y social.

La policía no había identificado ayer al joven, de unos veinte años, que el día anterior disparó a bocajarro al fotógrafo de Época en el campamento de los Sin Techo, en los terrenos de la Volkswagen en San Bernardo (Estado de São Paulo), a pocos kilómetros de la casa familiar de Lula, y donde se reúnen más de 9.000 personas en tiendas de campaña de plástico negro.

El presidente del Parlamento, João Paulo Cunha, del Partido de los Trabajadores (PT), autorizó la entrada en el Congreso de los militares armados hasta las cejas, mientras la Comisión Especial aprobaba el proyecto de reforma de la Seguridad Social antes de pasar al pleno la próxima semana. Aún no se explica cómo una de las personas de confianza de Lula tomó una decisión que podría acarrearle el ser procesado, al existir una prohibición constitucional de portar armas dentro del Congreso.

¿Y los jueces y magistrados? La sola idea de que lleven a cabo la huelga convocada para agosto hace temblar al Gobierno, que hoy es acusado incluso de haber hecho demasiadas concesiones en el proyecto de reforma a una categoría considerada superprivilegiada, con jubilaciones hasta 35 veces superiores a las de otros trabajadores. El Gobierno se pregunta si es constitucional una huelga de jueces, pero la convocatoria sigue en pie.

A todo ello hay que añadir el drama interno del núcleo más importante del Gobierno, compuesto por los mayores líderes del PT, hasta ayer en la oposición. Hoy empiezan a ser abucheados por los movimientos sociales -azuzados no se sabe bien por quién- a los que pertenecían hace sólo unos meses, y son acusados de "cobardes", como le ha pasado al ministro de Economía, Antonio Palocci, en su propio pueblo, donde hasta ayer era considerado un ídolo.

Lula había anunciado para el segundo semestre "el espectáculo del crecimiento", pero ayer, más prudente, su brazo derecho, José Dirceo, ministro de la Presidencia, corrigió su entusiasmo al afirmar que los resultados de las reformas "se verán sólo dentro de un año y medio", a principios de 2005.

Los empresarios y comerciantes, ante la bajada del tipo de interés, del 26% al 24,5%, consideran que el Gobierno ha dado un gran paso en la estabilidad económica y monetaria "contra todas las profecías catastróficas de sus adversarios". Pero creen tambien que ha llegado la hora de dar el salto "de la estabilidad al crecimiento", sin el cual las reformas propuestas quedarían vacías de eficacia. Según los sondeos, las dos mayores preocupaciones de los ciudadanos son el paro y la violencia urbana.

Varios hombres portan el cuerpo del fotógrafo muerto a tiros mientras cubría una protesta de los <i>sin tierra.</i>
Varios hombres portan el cuerpo del fotógrafo muerto a tiros mientras cubría una protesta de los sin tierra.REUTERS

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