Fuertes críticas al Gobierno de Schröder tras su pacto con los democristianos para reformar la sanidad
Lo que para sus promotores es la "mayor reforma social de la historia reciente" en Alemania, para sus críticos es una desafortunada iniciativa que hace recaer sobre los pacientes el grueso del reparto de los costes de la atención médica. Una pequeña tormenta política sacudió ayer Berlín tras conocerse el acuerdo del Gobierno rojiverde con la oposición democristiana para reformar conjuntamente el sistema de sanidad.
Casi todos los grupos de presión alemanes se pronunciaron con escepticismo. Hasta cierto punto, era de esperar: la reforma de la sanidad es la más delicada que afronta Alemania, pues afecta directamente a los ciudadanos y toca millonarios intereses de la industria farmacéutica y del estamento médico. Hoy por hoy, Alemania cuenta con uno de los mejores sistemas de sanidad del mundo, que cubre la casi totalidad de los tratamientos, incluida la atención odontológica, y permite a los asegurados acudir cuantas veces quieran al médico escogido por ellos mismos.
Este sistema, sin embargo, se ha vuelto imposible de financiar por el envejecimiento de la población y los crecientes costes de una atención médica cada vez más sofisticada. Las cotizaciones por seguro de enfermedad se han disparado hasta el 14,3% del salario bruto, lo que encarece el coste de la mano de obra y dificulta la creación de empleo. La meta de la reforma acordada el lunes por Gobierno y oposición es reducir paulatinamente estas cotizaciones, hasta por debajo del 13% en 2007.
¿Cómo lograrlo? Con un catálogo de más de 60 medidas, incluido el anuncio de que los pacientes tendrán que pagar de su propio bolsillo hasta 10 euros por visita médica y día de hospitalización, costear ellos mismos seguros por incapacidad y prótesis dentales, y dejar de recibir ayudas como aquellas para anteojos y lentillas. Asociaciones ciudadanas y sindicatos criticaron ayer que de los 23.100 millones de euros que se pretende ahorrar anualmente, hasta 18.500 millones, un 80%, correrán por cuenta de los pacientes.
Recortes farmacéuticos
Este cálculo fue rechazado en rueda de prensa conjunta por la ministra de Sanidad, Ulla Schmidt, y el negociador jefe de los conservadores, Horst Seehofer. Ambos resaltaron los recortes que afrontarán también la industria farmacéutica (se fijará un precio máximo para algunos medicamentos) y los médicos (que, al igual que en 2003, también en 2004 verán congelados sus salarios). Que estas aportaciones sean menores a las inicialmente buscadas por el Gobierno fue calificado ayer por la prensa alemana como un triunfo de la oposición democristiana, una de cuyas principales clientelas es precisamente el estamento médico.
Entre los críticos del acuerdo se encuentra incluso el ministro de Finanzas, Hans Eichel, quien hubiera deseado mayores reformas estructurales, según informó ayer el diario Berliner Zeitung. La reforma será presentada a la Cámara baja del Parlamento en septiembre y luego pasará a la Cámara alta, controlada por los democristianos. Seehofer calificó ayer de un "cambio de estilo" el hecho de que los dos grandes partidos alemanes se hayan puesto de acuerdo de antemano. En las negociaciones participaron también Los Verdes, socio menor de la coalición, y los liberales del FDP.
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