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El Senado de Italia aprueba una ley que permitirá ampliar los negocios de Berlusconi

Los parlamentarios de la oposición se manifiestan tras la aprobación del texto

El Senado italiano aprobó ayer por 160 votos a favor, 122 contrarios y 5 abstenciones, la denominada ley Gasparri, que reorganiza el sistema radiotelevisivo italiano, con vistas a su apertura a las tecnologías digitales. La nueva ley, que deberá obtener aún la aprobación de la Cámara de Diputados, permitirá la expansión del principal grupo de televisión privada del país, Mediaset, propiedad del primer ministro, Silvio Berlusconi, que ya controla, con el ente público RAI, la práctica totalidad de los canales televisivos del país.

Los senadores de El Olivo abandonaron el aula tras la votación, para manifestarse en la céntrica Piazza Navona, contra lo que consideran un nuevo atentado contra el pluralismo informativo.

La nueva ley, que lleva el nombre de su inspirador, el ministro de las Comunicaciones, Maurizio Gasparri, de Alianza Nacional, no será aprobada definitivamente hasta septiembre próximo, debido a las vacaciones parlamentarias, pero las posibilidades de detener su inexorable marcha son prácticamente nulas. Con la ley Gasparri se introduce en Italia un nuevo sistema de control de la propiedad de radio y televisión que elimina, de hecho, los actuales frenos a la expansión de Mediaset. La hábil fórmula elegida para ello ha sido la de ampliar el concepto de lo que se entiende por medios de comunicación. La ley Gasparri se refiere en todo momento al Sistema Integrado de la Comunicación (SIC), en el que están comprendidas tanto las empresas de televisión como las emisoras de radio, casas editoriales, fonográficas y empresas publicitarias. En ese inmenso océano, el mar de Mediaset pierde amplitud y peso y no llega a rozar los límites máximos de propiedad establecidos.

Con el nuevo texto, un empresario podrá controlar hasta el 20% de este sistema integrado, en el ámbito nacional, y embolsarse hasta el 20% de los ingresos publicitarios globales del SIC, mientras hasta ahora, tanto Mediaset como RAI, el ente público, debían limitar sus ingresos publicitarios al 20% del mercado televisivo.

Lo que es más importante, el Grupo Fininvest, propiedad de la familia Berlusconi, que controla Mediaset, la editorial Mondadori, el Banco Mediolanum, y tiene una presencia indirecta en Telecom Italia, por citar sólo algunos importantes bienes, podrá adquirir diarios a partir de enero de 2009. Otro de los puntos más polémicos de la ley -dividida en 28 artículos- es el que consiente la prórroga hasta el 2006 de las concesiones analógicas. Una medida de gracia para Rete4, una de las tres emisoras de Mediaset, que debía pasar el año próximo a emitirse vía satélite, de acuerdo con un dictamen del Tribunal Constitucional.

La oposición en bloque criticó ayer esta norma, calificándola de salvavidas para Rete4. El ministro Gasparri se defendió de las acusaciones asegurando que la nueva ley de comunicaciones "representa un cambio de época en Italia". Willer Bordon, portavoz de los senadores de la minicoalición centrista, La Margarita, alzó la voz en el aula para reprochar a los parlamentarios de la coalición de Gobierno la aprobación de una ley "con la que prevalece de forma evidente el interés privado sobre el público". Hace justamente un año, el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, dirigiéndose al Parlamento reconoció que "la perspectiva de la nueva realidad tecnológica, el marco normativo ofrecido por las recientes directivas comunitarias y por el Tribunal Constitucional, requieren una nueva ley sistematizadota". Pero una nueva ley que respetara con cuidado los equilibrios. "No hay democracia sin pluralismo e imparcialidad informativa", dijo entonces el presidente Ciampi. Hace unos días, la Autoridad italiana de la Competencia en materia de Comunicación denunció los devastadores efectos del duopolio televisivo (RAI y Mediaset) sobre la pluralidad informativa en Italia.

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Silvio Berlusconi, en el complejo de Villa Panfili, en Roma.
Silvio Berlusconi, en el complejo de Villa Panfili, en Roma.ASSOCIATED PRESS

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