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Los liberianos apilan cadáveres para reclamar la ayuda de EE UU

Los rebeldes causan decenas de muertos en Monrovia, y 4.500 'marines' están en alerta

Decenas de personas murieron ayer durante los intensos bombardeos rebeldes contra la capital de Liberia, Monrovia, donde ha cundido el pánico entre la población ante la intensidad de la ofensiva. Una multitud encolerizada lanzó 18 cadáveres ante el recinto de la Embajada estadounidense -a la que llegaron ayer 41 marines-, como protesta por la ausencia de una intervención internacional para frenar la carnicería.

"Si no se preocupan por nuestras vidas y no vienen a ayudarnos, deberían irse", dijo uno de los manifestantes, Josiah Dogbah. Dos ataques rebeldes contra Monrovia en junio dejaron cientos de muertos e intensificaron la presión sobre Estados Unidos para que patrocine una fuerza de interposición internacional en este país, asolado por una década de guerras civiles y que fue fundado en el siglo XIX por esclavos estadounidenses liberados.

A principios de julio se estableció una frágil tregua que ha saltado en pedazos con esta nueva ofensiva de los rebeldes de Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD) contra el Gobierno del presidente Charles Taylor, un antiguo señor de la guerra, responsable de muchos de los padecimientos del país, perseguido por crímenes contra la humanidad por Naciones Unidas en la vecina Sierra Leona. Según numerosos testimonios de periodistas y trabajadores humanitarios, los rebeldes se encuentran muy cerca del centro de la ciudad, que están bombardeando constantemente con morteros y artillería. Los combates más violentos tienen como escenario la zona del puerto, cuya conquista es crucial para tomar Monrovia. El centro de la ciudad se encontraba ayer sumido en el caos: nadie recogía los cadáveres y muchos heridos estaban tirados en el asfalto sin que nadie les asistiese.

"Cada media hora cae un mortero", dijo la hermana Barbara Brilliant, una monja estadounidense responsable de una escuela donde están alojados cientos de refugiados. "No vemos ningún indicio de que los combates vayan a detenerse", señaló un civil en el centro de la ciudad, mientras se escuchaban constantes tiroteos e impactos de artillería. La posibilidad de que, en las próximas horas o días, los combates calle por calle alcancen toda la ciudad es alta. El presidente Taylor, que se ha negado a exiliarse, tal y como había prometido a principios de mes, anunció el sábado que sus tropas "combatirán hasta el último hombre". Los rebeldes, por su parte, no han respetado ninguno de los llamamientos al alto el fuego de la comunidad internacional y han intensificado los ataques a pesar de que sus portavoces declararon ayer que no tienen la intención de tomar Monrovia. "Estamos pidiendo contención a nuestras tropas", dijo Kabineh Janeh, un portavoz del LURD. Los hechos contradicen sus palabras. La Embajada de Estados Unidos, un enorme y caótico recinto en el que hay cerca de 10.000 refugiados, ha cerrado sus puertas a los civiles. Ayer fue alcanzado por un mortero sin que se produjesen heridos.

El recinto recibió ayer nuevos refuerzos: 41 marines llegaron desde la base española de Rota para reforzar la seguridad, elevando a "más de 70 y menos de 100" las tropas estadounidenses presentes en la ciudad, según declaró la capitán Sarah Kerwin.

Sin embargo, su mandato es claro: no están allí para ser una fuerza de interposición, sino para proteger el recinto diplomático y a los occidentales presentes en Monrovia. "Nuestra misión es asegurar la embajada", dijo el capitán de corbeta Terrence Dudley. El Pentágono ordenó ayer que 4.500 marines sean puestos en estado de alerta en el Mediterráneo y que estén preparados para actuar en el pequeño país africano, situado en el golfo de Guinea. Pero nada indica que la intervención vaya a producirse. El presidente Bush no quiso ayer comprometerse en su rancho de Crawford cuando fue preguntado sobre el tema. "Trabajaremos estrechamente con la ONU", manifestó.

Varios periodistas y miembros de ONG embarcan en un helicóptero estadounidense para salir de la capital liberiana.
Varios periodistas y miembros de ONG embarcan en un helicóptero estadounidense para salir de la capital liberiana.REUTERS

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