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AGENDA GLOBAL | ECONOMÍA
Columna
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Qué hemos aprendido: la burbuja tecnológica

Joaquín Estefanía

EN SU Breve historia de la euforia financiera escribe Galbraith que la memoria en asuntos bursátiles dura como máximo 20 años. "Éste es el tiempo que se precisa para que los frutos de un desastre queden borrados, y para que alguna variante de demencia anterior rebrote a fin de cautivar la mente de los financieros". Ya habíamos interiorizado que en el periodo de una generación se olvida lo que la anterior había aprendido del funcionamiento especulativo de las bolsas. Además, en los últimos tiempos andábamos enredados en la aparición de otra hipotética burbuja: la inmobiliaria.

Una burbuja es la desviación del precio de un activo respecto del valor estimado por las expectativas más racionales. Existe una burbuja cuando se multiplica la especulación. Hubo burbuja tecnológica cuando el valor en Bolsa de las empresas de nuevas tecnologías subieron y subieron sin ninguna explicación racional. Cuando las burbujas se pinchan, mucha gente se arruina.

Hay indicios de que la burbuja tecnológica puede estar repitiéndose. Desde el pasado octubre, el índice Nasdaq se ha revalorizado casi un 60%. Muchas de las empresas que más suben son las que más dinero pierden

A partir de marzo de 2000 se pinchó una espectacular burbuja bursátil, concentrada fundamentalmente en las empresas de la nueva economía que utilizaban de modo intensivo la revolución tecnológica representada por Internet. Aquella burbuja no parecía tener fin, pese a que muchas de las compañías que la protagonizaron estaban en pérdidas, no repartían dividendos y ni siquiera tenían planes de negocios que convencieran a los inversores del futuro de las mismas. El lugar donde se concentró esa explosión de expectativas irracionales fue el mercado electrónico Nasdaq, creado en EE UU en 1971. En su libro La economía en la red (editorial Taurus), el catedrático Emilio Ontiveros dice que en el mercado Nasdaq "se registran acciones de aquellas empresas que, además de pertenecer genéricamente al cada vez más amplio sector de las nuevas tecnologías, disponen de una potencialidad de crecimiento y en todo caso de volatilidad en su precio, que aconseja segregarlas de los demás mercados, configurando una plataforma de negociación específica, susceptible de admitir variaciones en el precio muy superiores a las aceptadas en los mercados de acciones tradicionales".

Desde la fecha citada, la burbuja tecnológica estalló, sucediéndose una especie de crash a cámara lenta en el que el dinero perdido fue, por ejemplo, muy superior al volatilizado en la Gran Depresión de 1929. Según algunos estudios, entre marzo de 2000 y marzo de 2003, en las bolsas de valores de todo el mundo se evaporó una cantidad equivalente a 13 billones de dólares.

¿Qué hemos aprendido de ello? A la luz de las apariencias se podría afirmar que poca cosa. Apenas tres años y medio después de ese crash, hay indicios de que podríamos estar repitiendo la experiencia, iniciando una nueva burbuja tecnológica. El índice Nasdaq se ha recuperado en un porcentaje cercano al 60% desde el pasado mes de octubre, superando con mucho el alza del tradicional Dow Jones. En un artículo titulado "La fiebre de Internet parece volver a Wall Street", The Wall Street Journal escribía hace unos días: "Tal y como sucedía en los tiempos de la locura de Internet, las acciones de empresas que están perdiendo dinero están subiendo más que las de compañías rentables... De las 1.500 pequeñas, medianas y grandes acciones que cotizan en Standard & Poors, las 195 que perdieron dinero el último año están un 101% al alza de media desde el 9 de octubre, mientras que las 1.305 que ganaron dinero han subido una media del 45%". El diario económico hace algunas apreciaciones centrales: todo el índice Nasdaq 100, que congrega a las 100 mayores acciones del Nasdaq, se vende ahora a más de 240 veces los beneficios de sus compañías del último año, y se cotiza a 38 veces las estimaciones de beneficios de sus empresas para el año entrante. Las ganancias de las acciones han rebasado con mucho los fundamentos.

¿Se repetirá esta historia bursátil de modo tan rápido y tan gregario? Todavía no se puede hacer un diagnóstico definitivo.

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