Cartagena, la mar de cosas
Se trata de remediar el terrible déficit de nuestro conocimiento de la cultura india
De modo similar a su estupendo festival, Cartagena parece estar apostando en los últimos años por la preservación de raíces y el cuño de lo nuevo. Han llegado también aquí los arquitectos de firma (Navarro Baldeweg, Vázquez Consuegra, Moneo), el paseo portuario está ahora despejado y abierto al Mediterráneo, mientras que todos los actos de La Mar de Músicas tienen un público ávido, numeroso, entre el que no es difícil encontrar a la alcaldesa de la ciudad, una mujer de empuje muy identificada con el festival, pese a ser del PP (recuerdo aquí que sus correligionarios de Gijón habían prometido en la pasada campaña municipal suprimir, caso de ganar las elecciones, la excelente y reconocidísima Semana Negra, aduciendo que "nada aporta a los gijonenses"; por fortuna, perdieron).
En Cartagena ha habido y seguirá habiendo hasta el día 26 de julio cursos, presentaciones, coloquios sobre literatura india actual, con la presencia de diversos autores. Merecen una mención especial dos escritoras cuyos libros, en una iniciativa ejemplar, ha coeditado el festival. Y no sólo eso. La Mar de Músicas, en colaboración con las ediciones El Cobre, ha instaurado el Premio Internacional de Novela de la Diversidad, que cada año a partir de éste se adjudicará a un libro proveniente del país invitado. En esta primera concesión se premió El libro de suicidios de la abuelita, una sugestiva novela de Sunny Singh (nacida en Benarés en 1969) que refleja con su mezcla de personajes e historias profundamente hindúes y un cambiante, modernísimo paisaje humano occidental, la peripecia de una mujer joven que trata de escapar del sofoco de su tradición. Destaca en el libro su desenfado erótico, algo que no sólo debe achacarse a la personalidad cosmopolita de Sunny Singh; está arraigado en todo el arte indio tradicional, pintado, esculpido o escrito, y en algún momento recuerda la admirable falta de recato amatorio que muestran por ejemplo las heroínas del maravilloso clásico (en sánscrito) del siglo XI Cuentos del vampiro.
Augatora, copublicado por las siempre estimulantes Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, supone, al menos para mí, el descubrimiento de una voz poética de extraordinaria calidad, la de Sujata Bhatt, en sus mejores piezas reminiscente de Brodsky o Walcott. También los poemas de Bhatt (muy bien traducidos por Clara Janés) hablan de una mujer itinerante, que nunca pierde, sin embargo, la mirada al origen (la poetisa procede de Ahmedabad, aunque vive en Alemania).
Babelia
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