El presidente cierra en Madrid una cita con Bush el próximo miércoles
Néstor Kirchner cerró en su breve estancia en Madrid y con la mediación de José María Aznar algo trascendental para su país: una cita con el presidente de EE UU, George W. Bush, con el que se verá por primera vez el próximo miércoles.
En sus 54 días como presidente, Kirchner, que ha llegado a la Casa Rosada con un 22% de los votos tras la deserción de Carlos Menem, ha ajustado cuentas con varias cúpulas de poder fáctico. Ha metido mano a la Corte Suprema y ha destituido al comandante en jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, para situar en ese puesto a Roberto Bendini, un general de brigada, obligando a pedir el retiro a una veintena de generales.
Kirchner y sus colaboradores, ya antes de las elecciones presidenciales, estimaban que la debilidad del poder civil había devuelto a los cuarteles la doctrina del profesionalismo integrado, esto es, a un coqueteo conspirativo con ciertas instituciones, como la Corte Suprema. Tenía la idea de cortar cabezas. Y así lo hizo.
Kirchner sabe que se la juega en el terreno económico. Navega entre la crisis social, que sobrevive en medio de la reactivación actual, y las presiones de los acreedores de todo el mundo. Argentina debe al FMI y otros organismos 90.000 millones de dólares, y su deuda con los acreedores privados asciende a 70.000 millones de dólares, entre bonos y créditos.
Negociar con el Fondo
Las negociaciones con el Fondo son la clave, ya que el 31 de agosto de 2003 vence el acuerdo alcanzado el pasado 24 de enero por el cual Argentina obtuvo un aplazamiento de pagos. El nuevo acuerdo será alcanzado en condiciones razonables. Ayer, Kirchner explicó a los empresarios españoles que sólo firmará un acuerdo con el FMI que pueda cumplir. Por ejemplo: si se le exige un superávit del presupuesto exagerado no lo va a aceptar. Después comenzarán las negociaciones para obtener una quita del 60% o 70% de la deuda privada.
Kirchner habló hace poco con Horst Köeller, director gerente del FMI, en Buenos Aires. Fuentes de la Casa Rosada aseguran que Köeller le reconoció que el FMI había tenido algo de culpa en la crisis argentina.
En ciertos grupos de empresarios y políticos, la decisión de Kirchner de dar impulso al tema de los derechos humanos es vista como un riesgo para la estabilidad y la seguridad jurídica, cuenta habida de las leyes de punto final, obediencia debida e indultos a militares de la dictadura militar. Los colaboradores de Kirchner insisten en un punto: la seguridad jurídica no sólo afecta a las inversiones. El enjuiciamiento de los crímenes también forma parte de ella. Jacques Chirac y José María Aznar, se asegura, le han comprendido en este punto.
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