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LA POSGUERRA DE IRAK

Blair defiende el informe sobre el programa nuclear de Irak pese a las dudas de EE UU

Los servicios secretos de Francia e Italia informaron de que Sadam buscaba uranio en Níger

El cruce de declaraciones entre los Gobiernos de Washington y de Londres en torno a la veracidad de las informaciones de inteligencia sobre la guerra de Irak amenaza con enturbiar la visita a Estados Unidos que el primer ministro británico realizará el jueves. Mientras la Administración de George W. Bush ha calificado de falsos los informes en que se basaba la acusación de que Sadam Husein intentó adquirir uranio enriquecido en Níger para fabricar bombas atómicas, el Gobierno británico insistió ayer en que la información de inteligencia era creíble y procedía de países terceros.

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La prensa británica apunta a Italia como el país que suministró la información sobre los documentos falsos y a Francia como el suministrador de los datos adicionales que convencieron a Londres de que era verdad que Sadam intentó adquirir uranio enriquecido en África.

Esas acusaciones, incluidas por Reino Unido en su primer informe sobre las armas de destrucción masiva de Sadam Husein, fueron públicamente cuestionadas por primera vez por el jefe de los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía, Mohamed El Baradei, en una de sus comparecencias ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Pero su veracidad o falsedad no ha cobrado importancia hasta que, acabada la guerra hace ya unos meses, la coalición sigue sin encontrar pruebas sobre los arsenales y los programas de armas de destrucción masiva de Sadam Husein y los medios han empezado a escudriñar las acusaciones en que se basaron Bush y Blair para ir a la guerra.

George W. Bush se ha quitado la patata caliente de encima señalando a la CIA, y la CIA ha pedido disculpas y ha señalado con el dedo a Londres. Blair, que pasa un delicado momento político que se refleja en una caída de su credibilidad en las encuestas, ha decidido mantener la posición. La información de Níger sería veraz, según el ministro de Exteriores, Jack Straw, porque no decía que Sadam comprara uranio, sino que "lo intentó". Un matiz demasiado débil para que lo pueda distinguir una opinión pública a la que sólo le llega la idea fuerte de que George W. Bush y la CIA dicen que los informes que les transmitió Londres sobre Sadam resultaron falsos.

A ese galimatías Jack Straw ha añadido otro. Ayer confirmó que los datos sobre Níger llegaron de dos países aliados. Uno suministró los papeles que luego resultaron ser falsos, y otro la información adicional que convenció a Londres de que el régimen de Sadam Husein buscaba uranio enriquecido en África. Pero las explicaciones de Straw no han hecho más que añadir confusión al revelar que no pudo pasar ese detalle a la CIA porque los servicios de inteligencia informantes exigían confidencialidad. La CIA tampoco informó en su día a Londres de que había enviado a un diplomático a Níger para verificar los primeros informes. Una opacidad entre aliados que ha llamado la atención de los medios británicos.

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Tony Blair eludió ayer responder directamente a la pregunta de si mantiene al 100% su confianza en los informes de inteligencia sobre las actividades de Sadam en Níger y prefirió responder con una retórica defensa de la intervención en Irak, que cada vez habla menos de armas de destrucción masiva y más de las fechorías del dictador derrocado. "Cuando acabamos de ver el primer paso del pueblo iraquí para gobernarse por sí mismo y Naciones Unidas está hablando de 300.000 personas en fosas comunes, creo que deberíamos estar orgullosos de que Sadam se haya ido, encantados de que se haya ido", respondió Blair.

Pero el uranio de Níger no es el único asunto que puede enfrentar a Blair y a Bush. El primer ministro, que el jueves intervendrá en una sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes antes de cenar en la Casa Blanca, planteará al presidente la situación de dos ciudadanos británicos que siguen detenidos en la base de Guantánamo. Feroz Abbasi y Moazzam Begg, detenidos durante la guerra de Afganistán y acusados de terrorismo, pueden ser juzgados por un tribunal militar y condenados a muerte. Blair presionará a Bush para que, al menos, les otorgue el mismo trato que a los ciudadanos estadounidenses detenidos en Afganistán, que tienen derecho a un juicio civil.

La oposición quiere que Abbasi y Begg sean extraditados y juzgados en el Reino Unido, pero el Gobierno teme que los jueces les absuelvan por falta de pruebas o por razones de procedimiento, dadas las dudas que despierta su largo periodo de detención preventiva sin cargos y sin asistencia letrada.

Tony Blair, durante una de las sesiones de la cumbre del centro-izquierda celebrada en Londres.
Tony Blair, durante una de las sesiones de la cumbre del centro-izquierda celebrada en Londres.ASSOCIATED PRESS

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