_
_
_
_
_

Los catalanes pobres sufren más obesidad, dolor de espalda y enfermedades mentales que los ricos

Un estudio destapa los problemas de salud que crean las desigualdades sociales

Miquel Noguer

Que ser pobre es malo para la salud es algo que la sabiduría popular siempre ha tenido presente. Pero lo que todos los médicos intuyen y muchos países occidentales ya han teorizado todavía no encuentra respuesta de las administraciones catalanas. Un estudio de la Fundación Jaume Bofill presentado ayer pide que se haga frente a los problemas de salud causados por las desigualdades sociales. Y no es para menos: según el informe, los catalanes pobres tienen más problemas de obesidad, dolor de espalda y enfermedades mentales, entre otras, que los ricos.

En la presentación del informe, elaborado por 18 investigadores, los coordinadores del trabajo, Carme Borrell y Joan Benach, destacaron las "desigualdades de salud" observadas entre la población catalana y aseguraron que estas diferencias guardan relación con variables como el sexo, la posición social e incluso la zona donde habita cada ciudadano.

Con todas estas variables, los autores del estudio calculan cuántas muertes podrían evitarse si todas las comarcas catalanas tuvieran los mismos niveles socioeconómicos que las más ricas: un total de 3.000 al año. Y es que, según consta en el informe, las comarcas de la costa y las grandes ciudades tienen un índice de mortalidad sensiblemente superior al de las comarcas del interior y del Pirineo.

Tomando cifras de la Encuesta de Salud de Cataluña de 1994, los autores del estudio han llegado a la conclusión de que, en general, cuanto peor es la posición social del individuo, peor es su estado de salud, y en el caso de las mujeres, sea cual sea su situación social y pese a tener una esperanza de vida más larga, también dicen encontrarse peor que los hombres.

Y la culpa no es del sistema nacional de salud. Así lo defendió Carme Borrell, quien recalcó: "El acceso a los servicios médicos es el mismo para todos los ciudadanos, lo que debemos seguir defendiendo en el futuro". Las causas que provocan esta situación de desigualdad hay que buscarlas, según Joan Benach, en los hábitos personales, la información que reciben los ciudadanos y sus exigencias laborales.

A modo de ejemplo, en el estudio se observa que las mujeres que se dedican a tareas de limpieza tienen problemas de dolor en el 35,7% de los casos, un porcentaje que se reduce a menos de la mitad entre las mujeres que se dedican a trabajos no manuales.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El estudio revela también que la población con más nivel de estudios se preocupa más por su estado de salud. Así, el consumo de agua embotellada es muy superior entre las personas que tienen estudios secundarios o universitarios, frente a los que no han completado la enseñanza primaria.

Joan Benach recordó que los países del norte de Europa ya hace años que se preocupan de reducir los problemas de salud causados por las desigualdades sociales, una sensibilidad que de momento no se da en España. "Además estos problemas, lejos de desvanecerse, están aumentando día a día en Cataluña", recalcó el autor del informe.

Para combatir esta situación Carme Borrell y Joan Benach exigen a las administraciones públicas catalanas que coloquen este asunto en su agenda de forma prioritaria y que desarrollen programas de investigación, ahora "casi inexistentes", que "ayuden a entender mejor las causas" de estas desigualdades.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_