Miguel Littin termina en Palestina el rodaje de 'La última luna'
El filme narra la amistad de un judío y un árabe
"Son los misterios del cine. En ese momento se quebró todo el mundo. Yo también. Un director siempre está expuesto a estas emociones. Ojalá que el filme pueda transmitir esa emoción al público", afirma por teléfono Littin desde el pequeño pueblo de Beit Sajour, en Palestina, donde permaneció después de terminar el rodaje de una película cuyo guión escribió en un par de semanas.
El realizador espera comenzar a rodar la adaptación de 'La agonía del dragón'
Esta historia relata la relación de un campesino que no salió de su casa en los últimos 30 años con Salvador Allende, el presidente socialista chileno, derrocado en 1973 por los militares. "Es una caminata por el interior de Chile, en una especie de túnel del tiempo, con otro personaje, el señor Petates".
Con protagonistas chilenos (Tamara Acosta, Alejandro Goic, Francisca Merino) y actores palestinos y judíos, Littin consiguió embarcar al pueblo de Beit Sajour en el rodaje. "Participaron todos". Al rodar en territorios ocupados, el elenco debía atravesar con frecuencia los controles del Ejército de ocupación, soportando revisiones y preguntas.
Los sobrevuelos de aviones F-16 y de helicópteros Apache son todavía frecuentes. "Tratamos de evitar que esto afectara a la productividad. Hicimos todas las escenas. Tuvimos que mantener la dignidad frente a la prepotencia militar", sostiene.
Los paisajes y localizaciones elegidos (además de Beit Sajour, el mar Muerto, Hebrón, Belén, Jerusalén, el río Jordán, entre otros) permitieron crear "una buena atmósfera. No puedo decir que estoy satisfecho, porque siempre quiero más, en una búsqueda imposible. Pero las cosas salieron como corresponde". Cuenta que los actores chilenos fueron adoptados por los lugareños. "Adoraban a Tamara Acosta, la invitaban a tomar café o té en todas partes y le hicieron el vestido. Hay que imaginarse que, en un pueblo chico como éste, una filmación en medio de una guerra es un gran acontecimiento, algo muy diferente de la rutina cotidiana".
Littin espera que La última luna provoque polémica, como lo hizo antes Crónicas palestinas. De otra manera, "es mejor dejar la pantalla en blanco". La considera una película cercana a los sentimientos, profunda, sobria y apegada a lo telúrico, a la tierra misma.
Babelia
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