Cambios en Brasil y Argentina
Alain Touraine, en su nota Cambios en Brasil y Argentina (EL PAÍS, domingo 6 de julio de 2003), habla de las noticias que llegan de Argentina. En mi opinión, el doctor Touraine debería, tal vez, ser más riguroso con sus fuentes o con la lectura que hace de las noticias que llegan desde esta parte del planeta.
Celebro los juicios que le merece Brasil; coincido con todos ellos porque ambos países son parte de un mismo emprendimiento. Es evidente que las noticias que llegan desde allí lo hacen con buen ritmo (con ritmo de bossanova).
En cambio, anota una serie de cosas de la Argentina que sencillamente o bien no pasan o bien reflejan puntos de vista muy minoritarios. De ahí que pensamos que no se ha actualizado.
Argentina se hará cargo de su propia historia.
El presidente de la nación, Néstor Kirchner, sabe todo lo que se espera de él en la Argentina, en América y en el mundo. Hablo de buen gobierno, de honestidad, de cultura, de nuevas ideas y del papel clave de Argentina en cuestiones de paz y seguridad.
Nos halaga que Touraine se ocupe de nosotros. Pero para que conozca mejor las cosas, lo esperamos en mi país. Conversaremos. Siempre es mejor una observación del terreno antes que juzgar sin haber visto y reflexionado.
Seguramente en Francia, como en cualquier país del mundo, hay también grandes problemas sobre los que gobierno y comunidad trabajan cada día, pero aun así no nos atreveríamos a hacer generalizaciones.
En la Argentina, como en Francia, estamos buscando nuevos caminos al desarrollo humano. Las viejas ideas en la Argentina y en Francia son solamente un punto de partida.
Se atribuye a Albert Einstein una anécdota: en una de sus clases en Princeton, un alumno que recursaba le advirtió que el cuestionario de examen contenía exactamente las mismas preguntas que el año anterior. Sí, repuso Einstein, las preguntas son las mismas, pero sucede que han cambiado las respuestas. Advertimos ese mundo, tratamos de encontrarlas, moviéndonos a la velocidad de las oportunidades y no de acuerdo a lo que establecen culpabilidades anacrónicas.
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