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Reportaje:

Una tregua sin fe ni esperanza

Los radicales palestinos amenazan con volver a las armas en cualquier momento

La tregua palestina se tambalea. Todas las facciones, desde Hamás a las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, pasando por Yihad Islámica y Al Fatah, critican el alto el fuego y amenazan con volver a las armas. Pero sobre todo los líderes de la rebelión descalifican la manera como el primer ministro palestino, Abu Mazen, logró hace poco menos de una semana forjar el cese de hostilidades; bajo presiones, sin exigir contrapartidas claras y palpables a los israelíes, dando pie a que el gesto fuera mal interpretado por Ariel Sharon, que ha convertido el alto el fuego provisional en una rendición incondicional. Es decir, en su propia victoria.

"Nos vimos obligados a aceptar la tregua por tres razones: para no romper la unidad palestina, como consecuencia de las interferencias internacionales y porque se nos prometió la libertad de los prisioneros políticos", confiesa Mahmoud Zahar, de 57 años, médico cirujano, presidente de la Asociación Profesional de Médicos Árabes, fundador y portavoz del Movimiento de la Resistencia Islámica Hamás, en su domicilio de Gaza, mientras se prepara para asistir a la plegaria del viernes.

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Abu Mazen había sometido a Hamás, punta de lanza de la Intifada, a un verdadero asedio negociador con la colaboración de dos emisarios claves. En Gaza movilizó a su ministro de Cultura, el diputado Ziad Abu Amr, de 47 años, licenciado en Ciencias Políticas, estudioso del fundamentalismo islámico, autor de una tesis doctoral sobre los integrismos palestinos, pero sobre todo amigo personal de Abdelaziz Rantisi, la figura política más prominente de Hamás.

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En Ramala activó al ambicioso y joven abogado Jader Shkirat, de 39 años, a pesar de su dudosa moralidad. Sobre este personaje recaen desde hace varios meses acusaciones de estafa, supuestamente cometidas como responsable de la ONG de defensa de los derechos humanos Law, donde se habría apropiado de cuatro millones de dólares.

Abu Mazen logró trenzar con todos estos mimbres una red con la que presionó a Hamás y propició un enfrentamiento entre la dirección del aparato de la organización fundamentalista en el exilio de Damasco, encabezada por Jaled Meshal, partidaria de la tregua, y la del interior, en Gaza, presidida por el jeque Ahmed Yasín y el dirigente Abdelaziz Rantisi, que continúa defendiendo la lucha armada. Los frutos de esta maquiavélica operación culminaron el domingo 29 de junio, cuando Hamás se vio obligada finalmente a firmar la declaración de alto el fuego, arrastrando con su influencia y liderazgo a los demás grupos radicales palestinos: Yihad Islámica, el Frente Popular y Democrático para la Liberación de Palestina y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa.

"No tengo confianza en esta tregua. Porque es el resultado de las presiones israelíes y no la conclusión de nuestras propias evaluaciones, de las necesidades palestinas tras dos años y medio de Intifada. Es sobre todo una tregua unilateral, en la que no se ha pedido a Israel ninguna contrapartida o compromiso. Para Ariel Sharon es como si nos hubiéramos rendido. Por ello lo interpreta como su victoria", afirma un histórico de Al Fatah, el diputado palestino por la circunscripción de Ramala, Abdul Jawal Salé, de 67 años. Salé fue promotor de un manifiesto, firmado por 20 intelectuales palestinos contra la corrupción y el totalitarismo del presidente Arafat, titulado Un grito desde nuestra

tierra, que le valió ser salvajemente apaleado por 20 funcionarios de los servicios de espionaje.

Las milicias de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa y los Comités Populares de la Resistencia Palestina, donde se refugian los sectores más radicales y anárquicos de la lucha palestina, respaldan también las críticas de Hamás y Al Fatah. Las dos organizaciones amenazan constantemente con romper el frágil camino hacia la paz, con la excusa de que nadie les consultó con respecto a un cese de hostilidades.

"Dispararemos contra cualquiera que intente venir aquí. Yasir Arafat es mi comandante. Hago lo que me dice: Sus labios pueden hablar de tregua, pero sus ojos me dicen lo contrario", dijo Zakariye Zweide, uno de los dirigentes de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa en Yenín.

La primera víctima de esta revuelta palestina ha sido el primer ministro Abu Mazen. Su popularidad se encuentra por los suelos; sólo cuenta con el apoyo del 7% de la población. Mientras Yasir Arafat logra mantenerse incólume en su 35% habitual. Por su parte, el liderazgo del jeque Ahmed Yasín, responsable de Hamás, ha crecido de un 15% al 18% en poco menos de un mes, según una reciente encuesta de una organización no gubernamental asentada en Ramala.

Un muchacho palestino con una cinta del grupo Hamás durante una manifestación, el viernes.
Un muchacho palestino con una cinta del grupo Hamás durante una manifestación, el viernes.REUTERS

La policía impone a tiros el alto el fuego en Gaza

Los comités populares de la resistencia y la policía palestina se han enfrentado a tiros por dos noches consecutivas en Gaza. Los incidentes, que han tenido como escenario las calles más importantes de la capital y los alrededores de la lujosa residencia del primer ministro, Abu Mazen, surgieron después de que la policía palestina detuviera a varios militantes de la resistencia acusados de lanzar misiles artesanales Kassam contra las colonias judías de la franja de Gaza.

Los incidentes más graves se produjeron el viernes por la noche en las callejuelas del campo de refugiados de Shati, al sur de la franja de Gaza, cuando un grupo de hombres armados hizo frente a la policía, que intentaba detener a dos resistentes. Tres personas resultaron heridas en el tiroteo.

Después de largas negociaciones entre los habitantes del barrio, representantes del Comité de Resistencia Popular y responsables de la policia palestina llegaron ayer a un principio de acuerdo por el que las milicias se comprometen a respetar la tregua por un periodo de tres meses. Sin embargo, no tenían ninguna garantía de que el documento fuera respetado por las otras células de Gaza.

El campo de refugiados de Shati (76.000 habitantes) fue el pasado mes de octubre escenario de una revuelta contra la Autoridad Palestina. Un grupo de vecinos asesinaron a un mando policial al que acusaban de haber matado a uno de sus familiares en un tiroteo callejero previo, a las puertas de la Universidad Islámica en Gaza. Los vecinos habían pedido a Yasir Arafat que hiciera justicia y depurara al mando policial. Ante la falta de respuesta decidieron actuar de acuerdo con el código de honor tribal. Después, protegieron con armas y barricadas a los autores de la venganza e impidieron que la policía les detuviera.

[Ârafat calificó ayer la retirada del Ejército israelí de Gaza como "acciones cosméticas de los acuerdos para aplicar la Hoja de Ruta"].

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