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Las cuentas, en el filo de la navaja

Carlos Yárnoz

El deslizamiento de los déficit públicos es imparable en aras del ansiado repunte económico. Los 12 países de la zona euro iniciaron el año con el convencimiento de que concluirían el ejercicio con un déficit global del 1,8% del producto interior bruto (PIB) de la eurozona.

En primavera, la Comisión ya lo corrigió hasta el 2,5%. Hoy, Bruselas teme que incluso roce o supere el límite del 3% fijado en el Pacto de Estabilidad para cada Estado, con la consiguiente repercusión en la credibilidad internacional de la moneda única en la que ya confían bancos centrales de países como Rusia, Japón o China. "¿Compensa a Europa?", se pregunta Bruselas.

Europa busca la cuadratura del círculo: situarse en el filo de la navaja del Pacto, pero mantener teóricamente vivos sus principios. "Hay margen de maniobra", explica la Comisión. Alemania, Francia y Portugal ya han sobrepasado los límites, mientras Italia y Holanda llevan el mismo camino. Sólo Irlanda, Luxemburgo, Austria y Finlandia están cumpliendo sus objetivos incluidos en los programas de estabilidad.

En medio, países como España se han acogido al primer paso dado en noviembre pasado para flexibilizar el Pacto y han optado por asumir ligeros déficit partiendo de un equilibrio presupuestario ya conseguido.

La Unión Europea ya ha lanzado el procedimiento por déficit excesivo contra Alemania, y antes contra Portugal, y la alerta rápida contra Francia. Berlín tuvo un déficit del 3,6% en 2002; será al menos del 3,4% este año y, muy probablemente, seguirá por encima del 3% el que viene. La Comisión ya anunció en mayo que Berlín ha puesto en marcha las medidas correctoras oportunas y que, por tanto, no ha lugar por el momento a más drásticas medidas. "La sanción a Alemania está excluida", ha dicho el ministro italiano de Asuntos Europeos, Rocco Buttiglione.

El propio Pacto prevé que no haya sanciones en casos excepcionales, por ejemplo, cuando haya "pérdidas de producción acumuladas respecto a la tendencia histórica". Por eso, resulta prácticamente gratuito insistir en que las reglas siguen vigentes sabiendo que los últimos resortes correctores no se aplicarán.

Por tanto, la verdadera consecuencia del proceso en el que entra Europa consistirá en saber cómo repercutirá en la credibilidad del euro. Bruselas recuerda que una moneda nueva, como es el euro, necesita al menos una década para afianzarse.

"¿Hay que sacrificar todo en el altar de la moneda?", se pregunta un experto en la capital europea. "No", se responde, "pero sí es necesario un debate abierto y transparente que ahora se intenta evitar".

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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