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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vergüenza

Con su catastrófico inicio de la presidencia italiana de la UE, Silvio Berlusconi se ha convertido no sólo en una vergüenza para Italia, sino para el conjunto de Europa. Al tildar a un eurodiputado alemán socialdemócrata de kapo (preso común que los nazis enrolaban para vigilancia interna en los campos de concentración), Berlusconi ha demostrado su bajeza con más rapidez de lo esperado. Lo grave no es que estemos ante un bufón dispuesto a soltar groserías y chistes malos, sino ante un dirigente que tiene una forma no democrática de entender la política, pese a ganar elecciones. Pues tiene muchos seguidores en Italia, que consideran, como el vicepresidente del Senado, de la Liga Norte, que "por fin se les empieza a hablar claro a esos izquierdosos".

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La integración europea está basada en la reconciliación de las naciones. Berlusconi ha hurgado en la herida fundacional de la UE. El canciller Schröder ha calificado, correctamente, de "inadecuados y totalmente inaceptables" los insultos de Berlusconi, y aunque ayer se reconciliaran formalmente tras una conversación telefónica, lo ocurrido va mucho más allá de una crisis entre Roma y Berlín. Italia inicia su presidencia de la UE a la greña con Alemania, arrastrando un desencuentro con Francia, y con Blair reticente hacia Berlusconi.

Cabe preguntarse si Italia está en condiciones de ejercer su labor de dirección y mediación en la UE, cuando se han de iniciar las negociaciones para finalizar la primera Constitución Europea cuyo borrador, salvo por el fin de las presidencias semestrales, no contiene por desgracia ninguna medida para impedir que se repitan episodios de este tipo. Con su insulto, Berlusconi ha tapado además su presentación del programa del semestre italiano en el Parlamento Europeo, un intento de "transformar las diferencias en impulsos positivos", en palabras suyas que se han vuelto del revés.

El Partido Popular Europeo, en el que Forza Italia ingresó de la mano de Aznar, ha arropado a Berlusconi en la Eurocámara. El primer ministro italiano estaba avisado de que algunos parlamentarios no iban a callar sobre la inmunidad hecha a su medida con la que se ha protegido de la justicia italiana.

Acostumbrado a abordar la política como una prolongación de sus actividades e intereses privados -lo que llevó a censurar inicialmente sus palabras en la principal cadena pública de televisión en Italia-, con un autoritarismo más propio de un padrino que de un presidente de Gobierno, y con sus descalificaciones a los críticos y opositores, Berlusconi refleja la pleamar de una derecha intransigente con cualquier oposición a su izquierda y a la vez un grave deterioro del clima democrático en Europa.

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