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Harlan desvela que el secreto de Kubrick era no explicar nada

El productor presenta un documental sobre el genio británico

A Jan Harlan se le iluminan los ojos cuando habla de Stanley Kubrick. No sólo porque fuera su cuñado durante 40 años, ni porque trabajara de productor ejecutivo al lado del realizador británico durante casi tres décadas, sino porque "Stanley Kubrick es uno de los grandes personajes de la segunda mitad del siglo XX, junto a Bergman, Picasso y Shostakovich", según la definición de Harlan sobre su pariente y amigo.

El productor de las últimas películas del maestro británico estuvo ayer en la Filmoteca de Valencia para presentar su documental Stanley Kubrick: a Life in pictures, un retrato de la vida y obra de uno de los realizadores capitales de la historia del cine que surgió "por la irritación de leer en la prensa las tonterías que se decían sobre Stanley", dice Harlan para proseguir: "No era un tipo raro, ni un psicópata, ni una persona reservada; lo que ocurre es que era un hombre que muy poca gente conocía". Por ello, el productor de origen alemán se puso en contacto con los amigos de Kubrick para rendir tributo a un ser humano "extraordinariamente inteligente" con el que mantenía una relación familiar "de jugar al ping-pong y estar con los niños", y que un buen día se convirtió en su inseparable compañero de trabajo. "Yo estaba encantado con mis negocios en Zúrich y, de repente, apareció Napoleón", cuenta Harlan al recordar el gran proyecto de Kubrick de realizar una película sobre el estadista francés en la que él debía participar como mediador con las autoridades de Rumania, donde se iba a rodar el filme. Aquel proyecto se vino abajo "cuando a la Metro le entró miedo porque Rod Steiger había fracasado con Waterloo", pero la relación entre Kubrick y Harlan pasó de familiar a profesional.

"Le costaba tanto hacer las cosas que no podíamos permitirnos tener a mucha gente"
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Cuatro películas (Barry Lyndon, El resplandor, La chaqueta metálica y Eyes wide shut) comprenden la colaboración entre ambos y que se basaba en un secreto, según reveló Harlan: "Nunca expliques nada". Quizá por ello trabajaba de una forma completamente diferente a lo habitual, como explica Harlan: "Éramos muy poca gente en cada película, porque le costaba tanto hacer las cosas que no podíamos permitirnos tener un equipo grande". Sin embargo, el escaso número de efectivos nunca fue un problema para quienes trabajaron a su lado. "No era fácil, pero a la gente le gustaba mucho", dice Harlan y lo ejemplifica con el caso de Nicole Kidman y Tom Cruise, la pareja protagonista de Eyes wide shut, quienes, pese a tener un contrato de 18 semanas, tardaron más de un año en acabar el filme y "no se quejaron ni una vez, e incluso Tom me decía que era un lujo haber trabajado así".

Con la muerte de Kubrick, Harlan asumió la tarea de producir la que iba a ser la siguiente película del realizador británico, Inteligencia artificial, un proyecto al que Kubrick acudía de vez en cuando desde hacía más de 25 años y que quería hacer "cuando el desarrollo tecnológico fuera lo suficientemente bueno para crear al niño y hacerlo creíble". Tras su muerte, Spielberg dirigiría una película de la que "Stanley se sentiría satisfecho teniendo en cuenta que es un filme de Spielberg" y que en sus manos habría sido "mucho más negra".

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