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20 meses de cárcel para 4 empresarios por un grave accidente laboral

El Juzgado de lo Penal número 20 de Barcelona ha condenado a sendas penas de 20 meses de prisión a cuatro directivos de la empresa papelera Miquel y Costas & Miquel, SA. La sentencia les considera responsables de un delito de imprudencia grave con resultado de lesiones como consecuencia del accidente laboral que sufrió el empleado Óscar Domínguez Pérez, de 25 años, quien perdió el brazo derecho al quedar atrapado entre dos rodillos. Además de las penas de prisión, la juez María Jesús Manzano condena a los empresarios y a la aseguradora a indemnizar al trabajador con 441.577 euros por las secuelas sufridas, con otros 19.931 por las lesiones, además de costear todos los gastos que genere la colocación y reparaciones de las prótesis que necesite el empleado. Contra la sentencia puede recurrirse ante la Audiencia de Barcelona.

La juez es muy contundente al referirse a la actuación de los directivos y su responsabilidad en el grave accidente. "Los acusados no adoptaron todas las prevenciones necesarias y debieron haber adoptado otras de mayor entidad aseguradoras de la vida y salud de los obreros". En su opinión, la obligación de velar por el cumplimiento de las medidas de seguridad corresponde "a todas aquellas personas que desempeñan funciones de dirección o de mando en una empresa y tanto sean superiores, intermedias o de mera ejecución".

Los directivos condenados son: Luis María Collados, administrador único de Miquel y Costas & Miquel, SA; Antonio Aromir, director de la fábrica Besòs, en la que se produjo el accidente; Francisco Acedo, responsable del servicio de prevención, y Santiago Casellas, director de personal. Todos ellos conocían el riesgo que corrían los trabajadores, dice la sentencia, tras unas obras que se realizaron en la papelera y que dejaron un pasillo de 40 centímetros de anchura y un metro de largo entre una prensa y el módulo de secado.

Fue a ese lugar al que accedió el empleado Óscar Dominguez en la madrugada del 13 de enero de 2000, cuando se rompió una hoja de papel. Por causas que no han quedado claras, relata la sentencia, el brazo derecho del trabajador quedó atrapado entre los dos rodillos y en cuestión de segundos sufrió la amputación. Tras el accidente, recuerda la sentencia, la empresa colocó una puerta en ese pasillo que si se abría originaba la parada inmediata de la maquinaria. El coste de la obra fue de 16.550 euros.

La sentencia recuerda también que el comité de empresa de la papelera había advertido en dos ocasiones a la dirección del riesgo laboral que suponía la instalación y que aquélla no hizo caso. Tras el accidente, la Inspección del Trabajo también levantó un acta por inspección muy grave. Los acusados declararon durante el juicio que facilitaron a los trabajadores un manual de prevención, pero la juez asegura que eso no basta, sino que ha de exigirse a la dirección "la continua vigilancia en el cumplimiento de las normas".

La resolución judicial asume en su integridad el informe que el perito Francesc Menem

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realizó durante el juicio, en el que se relata de manera contundente el riesgo que comportaba la instalación. Óscar Domínguez, el trabajador afectado, mostró ayer su relativa satisfaccíón por la sentencia, aunque recordó que si finalmente se recurre contra ella se retrasará el proceso para la implantación de una prótesis microeléctrica para sustituir el brazo que perdió.

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