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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Juicio de faltas en Tolosa

El 1 de julio se va a juzgar un caso por faltas leves contra varios simpatizantes de Batasuna. Los hechos ocurrieron el día 28 de agosto del año pasado en Andoain. Unos 30 o 40 individuos fueron a la sede de los socialistas en este municipio guipuzcoano con la intención de precintarla. Varios ciudadanos que se encontraban en su interior se opusieron mediante la palabra y el único obstáculo de sus propios cuerpos. Uno de los que se negaron a ser arrollados fue Joxeba Pagazaurtundúa Ruiz. Fue golpeado con el palo de una escoba en el hombro hasta combarla. Tal y como consta en la denuncia, le amenazaron con un "ya te pillaremos".

Joxeba no podrá asistir al juicio porque efectivamente lo pillaron. Lo asesinó un varón joven abertzale y totalitario ya hace casi cinco meses. No podrá acompañarle su buen amigo José Luis López de la Calle porque fue asesinado por un comando de jóvenes abertzales. El próximo martes será un día doloroso para la familia y los amigos porque recordaremos que, además de los golpes, los insultos, las pintadas, durante varios años sufrió el calvario de saberse objetivo de los que lo habrían de matar. Lanzaron cócteles contra la vivienda familiar y quemaran su coche en el año 2001. El alcalde anterior de Andoain, de Batasuna, no condenó los atropellos contra él y tantos vecinos de su pueblo durante el último mandato y alfombró con sus silencios el camino de los asesinos. No sería inverosímil que fuera amigo de los agresores del que fue su jefe de Policía Local. Lo inverosímil sería justo lo contrario.

No se nos oculta que el juicio de faltas esconde algo nada leve, esto es, la estrategia de la violencia que busca imponer la ley del temor, eliminar a unos y doblegar a otros para allanar a la mayoría. Los agresores serán condenados, en todo caso, a una multa leve, aunque cada lector puede imaginar el efecto que le provocaría la amenaza o la agresión de una parte de la cadena del horror etarra. Será un trámite fácil para ellos, aunque, repito, para la familia del agredido va a ser muy difícil.

Si lo referido anteriormente no es una alucinación, debería ser prioritario establecer los cánones éticos de la actuación política. Por eso es preciso mostrar voluntad más allá de las palabras vanas o huecas, más allá de los parches parlamentarios o de las actuaciones fragmentarias. Incluso en una atmósfera política tan banderiza como la que vivimos, no puedo ocultar el dolor con el que hemos contemplado el desacato del presidente del Parlamento vasco para proteger a los que no condenaron ni condenarán los asesinatos, las vejaciones, ni se levantarán ante la estrategia del horror, porque aprueban su engranaje y la red de apoyo a los asesinos encarcelados. No quiero pensar en el tormento que sufriríamos muchos de los familiares y amigos de las víctimas de ETA si los políticos nacionalistas llegaran a sacar a las calles a sus militantes por este caso. Algo muy profundo debe de congelarles las entrañas.

Joxeba dejó escritas algunas páginas sobre la vivencia desde su condición de perseguido. Escribió unas palabras que decían: "Ay madre, me han de matar y no puedo evitarlo. Mi grito de libertad lo acojan los ciudadanos". Mientras importantes responsables políticos alimenten las más bajas pasiones de sus votantes, la pena de Joxeba no podrá alcanzar consuelo.

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