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Las futuras terapias

El valor de la investigación dirigida por Joan Massagué no es tanto haber identificado los genes implicados en la metástasis ósea del cáncer de mama como haber establecido el principio general de cómo una célula posibilita la formación de un tumor a distancia y, sobre todo, la sistemática para identificar los genes y sus productos derivados, las proteínas, en otros tipos de metástasis, o incluso en otras formas de cáncer.

En el mismo artículo, de hecho, Massagué describe el paquete de genes que intervienen en la formación de metástasis en la glándula suprarrenal. Los paquetes son distintos, lo que sugiere que cada órgano afectado de metástasis tiene su particular firma genética en un mismo individuo. Es decir, que en un solo enfermo puede haber una combinación genética específica para metástasis ósea, de pulmón, cerebral o hepática.

No es esta la única peculiaridad de este complejo proceso. En ensayos posteriores de los que ya se dispone de resultados preliminares, la combinación para formar metástasis ósea derivada de cáncer de mama varía de paciente a paciente, aunque se mantienen unas ciertas proporciones que el investigador no ha revelado. "En un número significativo de enfermas hemos visto genes principales, y otros cuya influencia parece ser menor".

Es precisamente la existencia de genes sobreexpresados en mayor proporción lo que invita a pensar en la posibilidad de diseñar terapias individualizadas para cada paciente. Una terapia, por otra parte, mucho más selectiva pero también más compleja, puesto que deberán administrarse fármacos que actúen sobre cada tipo de órgano o tejido afectado.

Ello va a llevar sin duda a terapias combinadas, como ocurre ya con el sida, cuyo objetivo no va a ser tanto lograr la curación, aunque no se renuncie a ella, como a controlar la enfermedad. "Sólo en Estados Unidos fallecen 40.000 mujeres cada año debido a metástasis derivadas de cáncer de mama", cuenta Massagué. "Controlar la enfermedad en sólo un 20% mejoraría la calidad de vida de al menos 8.000 de ellas y quién sabe si, además, incrementaríamos notablemente sus expectativas de vida".

Al tratarse de proteínas que la célula metastásica escupe al exterior, los investigadores están explorando si se encuentran en el torrente sanguíneo. Si así fuera, un análisis de sangre podría determinar qué genes están sobreeexpresados, y podría permitir actuar sobre ellos. Las primeras pruebas, asegura Massagué, están dando resultados positivos. De generalizarse, evitaría la necesidad de biopsias e indicaría la mejor terapia a seguir.

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