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El líder antiglobalización José Bové es encarcelado de nuevo en Francia

La pugna entre el Gobierno y los sindicatos franceses por la reforma de las pensiones se extiende al movimiento antiglobalización. Uno de sus militantes más conocidos, el líder campesino José Bové, fue visitado a las seis de la mañana de ayer por 80 gendarmes, que rompieron la puerta de su granja, lo sacaron de la cama y lo trasladaron a un helicóptero, en el que fue trasladado a una prisión cercana a Montpellier. El objetivo del espectacular arresto fue asegurarse de que Bové comenzaba a cumplir los 10 meses de cárcel que tiene pendientes por haber destruido cultivos transgénicos de laboratorio.

Bové se había negado a entrar en la cárcel por su propio pie, a la espera de una petición de gracia al presidente, Jacques Chirac. La respuesta ha sido valorada como "brutal" por los partidos de izquierda, los sindicatos y las organizaciones anti-globalización, unánimes en considerarlo un ataque a la libertad sindical y una muestra del espíritu represivo que se extiende por el país.

Es la segunda vez que Bové da con sus huesos en la cárcel. Militante activo de causas muy populares durante los últimos años, el líder de la Confederación Campesina lleva más de un año enfrentado a las consecuencias judiciales de sus ofensivas. En agosto de 1999 atacó un McDonalds's, lo que le valió una pena de seis meses de prisión, de la que cumplió 44 días, escapando al resto gracias a una primera amnistía presidencial. Le quedan pendientes otros 10 meses de cárcel por la destrucción de plantas de arroz transgénico (1999) y de semillas de maíz transgénico (1998). El ministro de Justicia, Dominique Perben, dijo que abogará a favor de un indulto presidencial el 14 de julio.

Los primeros firmantes de la petición de gracia desoída por Chirac consideran que las destrucciones de plantas transgénicas permitieron a los franceses tomar conciencia de los riesgos de organismos genéticamente modificados y de las incógnitas que pesan sobre su influencia en los ecosistemas. Una comisión de expertos concluyó que no hay pruebas de que provoquen riesgos para la salud y todo indica que Francia está a punto de ceder en su oposición oficial a estos cultivos.

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