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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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De memoria frágil

Se ha comentado esta semana que una de las mejores películas interpretadas por el fallecido Gregory Peck fue Matar a un ruiseñor, aquella valiente denuncia del racismo en la que el actor da vida a un abogado honesto dispuesto a enfrentarse a todos por defender la verdad. Quizás hoy resulte sobrevalorada esta película, pero no hay duda de que en 1962 agitó conciencias y alimentó polémicas. La dirigió Robert Mulligan, entonces un activo cineasta de 37 años, que también realizó obras tan notables como Amores con un extraño, Verano del 42 o El otro. ¿Qué ha sido de él?

La pregunta es extensiva a otros hombres de talento como, por ejemplo, Arthur Penn, con quien hace 10 años Gregory Peck interpretó para televisión The portrait junto a Lauren Bacall, y cuya carrera en los últimos tiempos se ha limitado al mundo del teatro. O, por decir otro nombre al buen tuntún, Francesco Rosi (aquel que en Las manos sobre la ciudad denunció la corrupción de los políticos que intervienen en la especulación del suelo... naturalmente en Italia). ¿Qué ha pasado con estos y otros nombres que dieron al cine películas memorables? ¿Se habrán hecho demasiado mayores? Pero habría que recordar que Huston, Cukor y Ford, entre otros, se despidieron del mundo con obras maestras que difícilmente podían haber hecho de jóvenes. Michelangelo Antonioni sigue rodando a sus 90 años. Y otro tanto el portugués Manoel de Oliveira, que por si fuera poco ha anunciado que dirigirá teatro este verano. No todos envejecen igual.

El historiador Jesús García de Dueñas acaba de publicar una voluminosa biografía de un hombre casi anónimo del cine español, José G. Maesso, director, productor y guionista, al que el autor no duda en considerar "el número 1", tal fue al parecer su influencia en momentos cumbre de nuestro cine, como el de la aparición de Bardem y Berlanga o el de la creación del western europeo. Maesso tiene en este libro la oportunidad de hacer oír su voz, "a la que se había escuchado de manera insuficiente", dice el autor. Sea o no exagerada esta hagiografía, viene a demostrar que hay más intríngulis del que sabemos.

Hace años la televisión del régimen organizaba ciclos en buen horario que descubrían para las nuevas generaciones grandes autores desconocidos u olvidados. Ciclos que hicieron historia. La pasada semana, en el Festival de Huesca, se rindió homenaje a Fernando Moreno, el hombre que hizo posible aquello, y cuya muerte vino a coincidir con el auge de la basura reinante. Es cierto que ahora, de forma desordenada y en horario para noctámbulos, se siguen emitiendo algunas joyas cinematográficas, pero más que proyecto elaborado parece el cumplimiento de una obligación rutinaria. De haber ciclos como los de entonces, sabríamos muy bien quiénes fueron y podrían seguir siendo Mulligan, Penn, Rosi o Maesso... Se entendería mejor esto de la excepción cultural que ahora exige al Gobierno la Plataforma para la Defensa del Cine Español frente al tratado que está elaborando la Convención Europea. Esta Plataforma, junto con la alemana y la francesa, defiende que el cine es algo más que un negocio.

Por encima de Matar a un ruiseñor, Gregory Peck prefirió Duelo al sol de entre todas sus películas cuando hace 17 años se le rindió homenaje en San Sebastián. Aquel curioso western había sido firmado por King Vidor, otro de esos grandes cineastas que se quedaron sin rodar la película que soñaban, en su caso la crónica de un asesinato en el Hollywood de los años veinte, según descubrió el novelista Sydney Kirkpatrick en su recomendable Un elenco de asesinos. En todas partes cuecen habas.

Pero clama al cielo que se haya perdido lo que aquí alguna vez hubo de bueno. Ahora, Antonio Resines reclama con sensatez que la televisión estatal realice películas o series, es decir, lo que antes se hacía con regularidad. ¿Quién no recuerda las estupendas obras de, por ejemplo, Mario Camus? ¿O también se ha olvidado? Mario Camus acaba de publicar en la editorial Ocho y Medio una bella colección de 14 cuentos que eran el origen de una película... que nadie quiso producir. Lo ha sentenciado Antonio Chavarrías, recién reelegido vicepresidente de la Academia, durante una visita a México: "El Gobierno de Aznar no será el que impulse el desarrollo del cine español". Aquí, como los cangrejos. Para atrás y sin memoria.

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